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RODOLFO GUTIÉRREZ | Catedrático de Sociología y miembro del equipo del "Informe ERA"

"Los jóvenes asturianos ya no ven la protección pública como la garantía de su futuro"

"Hay una paradoja regional: cuanto más necesitamos un enfoque de creación de riqueza, más se insiste en viejos esquemas"

Rodolfo Gutiérrez, en su despacho. NACHO OREJAS

Rodolfo Gutiérrez Palacios (1952, Puente de Villarente, León), catedrático de Sociología de la Universidad de Oviedo, formó parte el equipo de investigadores que elaboró hace ahora 25 años el trabajo "Estrategias para la Reindustrialización de Asturias". Desde el punto de vista sociológico, el llamado "Informe ERA" hizo entre otras una aportación singular: chequear la mentalidad de los asturianos ante la crisis derivada del declive y reconversión de sus sectores básicos. El "negativismo" de una sociedad que tendía a la crítica sin alternativas, se decía, era un obstáculo mayúsculo para superar la crisis de entonces.

- Asturias ha experimentado una transformación sustancial. Su economía es radicalmente más competitiva que en los 90, aunque el avance relativo ha estado por detrás del nacional. ¿Había potencial para haber obtenido un resultado mejor?

-La suma de base industrial, capital humano e ingentes fondos de reindustrialización deberían haber dado mejores resultados en dinamismo económico. Algo no hemos hecho bien. Y es fundamental que cerremos ese balance cuanto antes para cambiar algún registro básico de la política regional.

- ¿En que dirección?

-La mayoría de nuestros indicadores de protección social y desigualdad son mejores que los de las regiones vecinas, mientras que los de creación de riqueza nos comparan peor con ellas. Y digo las regiones vecinas, no las más dinámicas en Europa. Puede que en esto haya en Asturias lo que los científicos sociales llaman una "dependencia de la trayectoria". Una trayectoria paradójica: la dura situación de crisis industrial y de transición a una economía global se abordó poniendo todo el énfasis en la acción pública, en la protección de los potenciales perdedores de esos cambios y en la inversión en infraestructuras físicas. Eso mitigó a corto plazo los efectos negativos de esa crisis, pero lo hizo consolidando un enfoque mucho más centrado en la subvención y en la redistribución que en la genuina creación de riqueza. Entonces ya no era la mejor respuesta para el medio plazo, pero se ha consolidado en cierto modo como "enfoque regional" de la gestión del cambio económico.

- ¿Cuál debería ser el nuevo enfoque regional?

-Se puede hablar de una "paradoja asturiana": cuanto más necesita esta región un enfoque de creación de riqueza más se insiste en el viejo enfoque. Pondré solo un ejemplo, que acepto se tilde de interesado por ser yo profesor universitario, pero muy cierto y muy expresivo: Asturias gasta hoy tanto en rentas mínimas (salario social) como en educación universitaria. No propongo que se gaste menos en lo primero y más en los segundo. Solo digo que eso no es un propio de una sociedad que quiere garantizar su bienestar a medio plazo. Es muy poco lo que se puede lograr con redistribución sin una mayor creación de riqueza; a no ser que fiemos nuestro bienestar a que lo paguen otros de fuera.

- ¿Persisten los inhibidores psicológicos de los que hablaba el informe, como el negativismo o la creencia de que las soluciones tenían que venir de fuera?

-No tenemos un seguimiento empírico de la evolución de las mentalidades. El ERA hizo un calado de este tipo que valía para aquel momento. Los que hablamos de esto lo hacemos especulando sobre algunos indicios; casi siempre indicios de lo que aparece en la opinión publica, más aún en la "opinión publicada". Esa escena la protagoniza mucho lo que alguien llamo la "nueva clerecía", todos representantes de la vida pública o semipública (políticos, agentes sociales , activistas y empleados públicos en general) y muy poco la "nueva burguesía", llamando así no a los viejos burgueses sino a los creadores directos de riqueza, (emprendedores, científicos y tecnólogos, y empleados del sector privado en general). No estoy seguro de cómo están cambiando las mentalidades económicas, pero sí muy seguro de que no estaría mal que la formación de la opinión se nutriera más de las visiones y los intereses de ese segundo grupo.

- ¿Las nuevas generaciones se han sacudido aquella mentalidad?

-Mi modesto observatorio, las aulas universitarias, me dice que hay un cambio muy fuerte. Los jóvenes que yo veo ya no comparten el imaginario de la Asturias agrario-industrial de hace tres décadas. Ya no ven la acción pública como la garantía de su futuro, ni la vida regional como el centro de sus expectativas. Saben que viven en un mundo globalizado y que su futuro personal depende sobre todo de sus capacidades y su desarrollo en ese mundo. Son muy hedonistas; están muy orientados al disfrute y al bienestar personal. Son también muy desconfiados con las instituciones públicas y con los políticos. En esa combinación de hedonismo y desconfianza puede haberse colado un rasgo más disonante: no darse cuenta que el nivel de bienes públicos del que disfrutan es muy alto, que no está ni mucho menos garantizado por más que se afirme como un derecho y que se "cuenta con ellos" para seguir garantizándolo.

- También entonces la figura del empresario tenía una baja valoración social. ¿Percibe que eso ha cambiado?

-Es un cambio con bastantes matices. Ha mejorado bastante su valoración social. Se ha visto algo mermada por la crisis y por la escasa ejemplaridad de algunos representantes de los empresarios. Pero añadiría que la mejor valoración de los empresarios no se ha acompañado de una adecuada valoración de la empresa como institución. En nuestra mentalidad hay dos rasgos un tanto tradicionales: por un lado, se sigue viendo a los gobiernos más que a las empresas como la institución central para el bienestar; por otro, se ve la empresa como una organización conflictiva y jerárquica, cuando la realidad nos dice que las empresas de éxito se comportan cada vez más como equipos en cooperación.

- En las encuestas, la región aparece de forma recurrente como un territorio donde es particularmente alto el temor al fracaso, que inhibe la iniciativa emprendedora. ¿Por qué somos en apariencia menos emprendedores que otros?

-Es un rasgo bastante extendido en toda España. Los sociólogos tendemos a explicar todo con una combinación, no fácil, de cultura (aprendizajes de normas y valores) e incentivos (conductas que son más o menos recompensadas). En ambas esferas podemos mejorar mucho. En lo que puedo tener más cerca, el papel de la universidad, por la que pasan casi dos terceras partes de los jóvenes de la región, podríamos mejorar mucho aún. El objetivo no es que muchos jóvenes hagan carreras de administración de empresas o similares, sino que todos los universitarios aprendan en escuelas y facultades realmente innovadores, que centran el aprendizaje en la solución de problemas y el trabajo en equipo.

- Los asturianos mostraban en los años 90 desconfianza hacia la capacidad de las instituciones y de los líderes políticos, sentimiento que ahora se manifiesta por razones distintas (corrupción, recortes?). ¿Faltó audacia en los liderazgos para un cambio con mejores resultados?

-En Asturias se repite demasiado que ha faltado liderazgo político. Yo soy un poco descreído sobre eso. Los grandes líderes son una excepción y la mayoría de los territorios tienen que arreglárselas con líderes "normales". Me parece mucho más importante que los gobiernos sean responsables y tengan un mínimo de aproximación estratégica. Me explico: que no oculten a la gente, para halagarla, los verdaderos problemas y se centren en sus soluciones más que en debates ideológicos; que propongan algo que tenga algún alcance mayor que el día a día. Un ejemplo: nadie daría un euro por el carisma político de Angela Merkel y, sin embargo ha sido una líder política muy reconocida y muy eficaz. Ha conseguido una gran coalición política por encima de la pugna partidista y ha situado a su país en un 3,8 por ciento de paro.

- El ERA aludía a la necesidad de un debate social que condujera a la elaboración de un proyecto realista de desarrollo. ¿Sigue vigente esa necesidad?

-Quizá no sea imprescindible un "gran proyecto regional". Insistiría más esa idea de enfoque de la política regional con responsabilidad y medio plazo. Entiendo que la política regional tiene muchos déficits de confianza y se añoren relatos muy prometedores. Lo que sí creo imprescindible es una revisión estratégica de varias políticas regionales en las que se ha hecho mucho, pero dudo que sea en la buena dirección y con la necesaria eficacia. Me refiero a piezas como la concertación regional, la educación universitaria y el sistema de I+D, los instrumentos regionales de promoción económica, la FP y la formación continua, incluso los servicios sociales y las políticas de inclusión social. En este sentido soy bastante crítico con el escenario político regional más reciente: la quiebra entre vieja y nueva política me parece ficticia y solo ha servido para reforzar propuestas más viejas que nuevas, para enzarzarse en debates simbólicos y para bloquear la acción responsable de gobierno.

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