La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La singladura del marinero de Villamorey

Cachero, condenado dos veces por fraude tributario, erigió un grupo especializado en entrar en empresas en crisis

Rodolfo Cachero. Fernando Rodríguez

CASA era una de las principales constructoras asturianas y caminaba hacia la quiebra. Cachero la compró en 1997 bajo la promesa de reflotarla. Terminó sin actividad, como también Teleasturias, otra sociedad del grupo. El empresario se diversificó hacia la Marbella de Jesús Gil, donde intentó un negocio fallido de transporte aéreo y tuvo una naviera propietaria de un yate. Con buena parte de sus empresas quebradas o intervenidas, Cachero desapareció de la Asturias empresarial un tiempo. Hizo negocios fuera con hoteles y servicios aeroportuarios en Canarias. Y retornó para hacerse, por decisión judicial en 2014, con la mina de Cerredo, que hoy bordea el cierre con deudas millonarias. Pesaba ya sobre él otro proceso por fraude fiscal que ahora le empuja a la cárcel.

Se dice que Rodolfo Cachero (Villamorey, 1946) dejó su aldea natal de Sobrescobio siendo un adolescent , para trabajar como marinero en un buque mercante. Lo hizo, de acuerdo con esta versión, omitiendo que no alcanzaba la edad legal exigida para embarcarse. Ahí comenzó una singladura que, tras el servicio militar en el Tercio Duque de Alba de la Legión (donde consiguió destino en el parque de vehículos, aduciendo su presunta experiencia como maquinista naval) y otras visicitudes, le llevó a territorio empresarial.

Algunos de sus primeros negocios fueron de distribución de bebidas desde almacenes en Oviedo. Luego llegaría el transporte y la minería privada, cuando se hizo con la concesión de Coto Minero Jove en Aller. En un sector a menudo bajo sospecha de fraude, Cachero cometió allí una cadena de delitos contra la Hacienda Pública por los que fue condenado en el año 2000. Como ahora, entonces desoyó la orden de ingreso en prisión y fue detenido a los nueve meses y encarcelado. Ocurrió un agosto y en octubre ya obtenía el visto bueno del centro penitenciario para disfrutar el tercer grado.

Continuó, entre otras sociedades, al frente de Jovesa y también de Constructora Asturiana (CASA), una empresa en la que había desembarcado, como en buena parte de sus otros negocios, en medio de una grave crisis.

Compartir el artículo

stats