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Cata de sidra asturiana en las antípodas

El empresario langreano Eduardo Vázquez promociona la bebida regional en Australia, donde participa como jurado en un certamen sidrero

El cartel del concurso sidrero.

La sidra asturiana pone un pie al otro lado del globo. En las antípodas. En Australia. El langreano Eduardo Vázquez Coto, afamado experto en este caldo regional y que tiene una empresa de importación de bebidas (Guerrilla Import), está participando como jurado en unos premios sidreros en el país de los canguros y el surf. A la vez visita algunos lagares locales, muy diferentes a los de la región, y enseña a los australianos, a través de charlas y catas, las bondades de la sidra asturiana y su diferencia con las que se hacen en el resto del mundo. "Les alucina lo del escanciado y que alguien les explique la historia y las anécdotas que rodean a la bebida; de mano, la sidra natural les pilla de sorpresa, el sabor les cuesta", explica.

Las diferencias entre la sidra asturiana y la australiana son palpables. Para empezar, señala Vázquez, salvo un par de excepciones, lo que abundan por allí son los pequeños productores que se dedican al mundo del vino pero que con el "boom" que la sidra está viviendo en aquel país en los últimos años se han lanzado a este mercado. "La sirven en un botellín de 33 centilitros y es dulce", señala el langreano. De ahí que el sabor de la asturiana les sorprenda tanto de primeras. "Aquí la sidra se elabora con manzanas de mesa, aunque he visto muchas plantaciones donde se están injertando variedades antiguas de sidra procedentes principalmente de Inglaterra y Francia. Quizás un día introduzcan asturianas, como sucede en Estados Unidos", explica Eduardo Vázquez. De hecho, el mayor lagarero del país americano, Angry Orchards, ha ganado varios premios internacionales con una sidra a la que ha llamado Edu, en homenaje al experto sidrero asturiano.

En Australia, por su parte, la popularidad de la sidra va creciendo como la espuma. "Se está haciendo muy popular y su consumo va creciendo de forma paulatina, casi todos los locales tienen dos o tres sidras en carta, pero muy pocas internacionales", explica. Además de visitar a los productores locales y ver cómo se hacen las cosas por allí, el asturiano está dando charlas sobre cómo se produce esta popular bebida en el Principado. Ha tenido ya varias de estas clases y aún le quedan tres más: una en Sidney, otra en Tasmania y la última en Aledaida. Lo que no ve tan claro es lo de empezar a vender sidra asturiana por aquellas lejanas tierras. "Lo vemos difícil a día de hoy", asegura. Y añade: "Salvo que fuera con el paquete entero. Es decir, con una sidrería donde poder venderla. Eso sí que creemos que podría tener aceptación". Pero no descarta entrar en ese mercado de la mano de algún productor local. "Estamos trabajando en desarrollar estrategias para los mercados y quizás para el próximo año lo intentemos", explica. Y asegura que, pese a la gran calidad de la sidra asturiana, "un producto bueno no es sinónimo de éxito". "Hay muchos más factores relativos al posicionamiento y marketing ajenos a la realidad del sector en Asturias y que probablemente determinen que Reino Unido, Dinamarca o Bélgica estén más presentes con sus sidras que nosotros".

Eduardo Vázquez intenta ahora empaparse también de la forma de trabajar de los lagareros australianos.

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