Serafín Abilio Martínez ha pasado 38 de sus 76 años vinculado a la Confederación Asturiana de la Construcción (hoy CAC-Asproncon), en cuya fundación participó en plena Transición política, tiempo en el que se dice que este empresario nacido en Ribera de Arriba "tenía entrada" en la Moncloa, por su relación personal con el entonces presidente Adolfo Suárez y su condición de dirigente de Unión de Centro Democrático (UCD) en Asturias. Hoy Abilio Martínez se despide formalmente como presidente de los constructores asturianos, después de 34 años en el cargo, y su relevo lo tomará el ingeniero Ramón Montero Arjonilla, en el transcurso de una asamblea de CAC-Asprocon.

Algunos de quienes en estos años han estado cerca de Abilio Martínez remarcan que se jubila quizá el último miembro activo de la generación que estuvo en la primera línea del surgimiento de las instituciones asturianas (incluidas las de representación empresarial) en el inicio de la etapa democrática. La CAC fue constituida en 1978 a renglón seguido de la gran huelga que un año antes había protagonizado los trabajadores de la construcción, unos 26.000 en aquel tiempo de reclamación laboral y tensión social y política en muchos sectores. Las empresas reaccionaron agrupándose en una patronal que aglutinó a varias gremiales y de ámbito local. Enrique Rubio Sañudo fue su primer presidente. José Menéndez Prado, el segundo. Martínez llegaría al cargo en 1983, al poco de haber abandonado su dedicación política (que no su influencia) como secretario regional de UCD.

Si la Confederación nació a partir de un conflicto laboral, la larga ejecutoria de Serafín Abilio Martínez está marcada por el hecho de que durante tres décadas no ha habido ni una sola huelga sectorial en la construcción asturiana. En ello tuvo que ver su capacidad de llegar a acuerdos -es un negociador "tenaz", aunque dialogante, dicen los sindicalistas-, pero sobre todo fue determinante la que se puede considerar principal realización de todos estos años: la creación de la Fundación Laboral de la Construcción (FLC). En sintonía con UGT y CC OO, y particularmente con el dirigente ugetista Manuel Garnacho, que conocía la experiencia de otros países, Martínez gestó una institución de servicio a las empresas y a los trabajadores en la que se formaron 75.000 trabajadores. Un modelo emulado por muchas otras regiones y que también ha sido algo más: un foro de encuentro permanente entre empresas y sindicatos que contribuyó a un sosiego laboral perdurable.

Muchos de esos 75.000 trabajadores formaron las plantillas de un sector que llegó a las 3.700 empresas en Asturias. La era de Abilio Martínez en el liderazgo de los constructores tuvo su ciclo de esplendor económico con el auge de la obra pública y la efervescencia de la promoción inmobiliaria desde mediados de los 90. Años de abundancia para contratistas, promotores y empresas de la industria auxiliar de la construcción, los tres gremios que el longevo presidente supo mantener cohesionados dentro de CAC. Su voz demandando inversión pública y denunciando los retrasos en las infraestructuras ha sido una constante, al igual que los choques y aproximaciones a los gobiernos regionales y centrales de turno, fueran de uno u otro color político.

La crisis, con el pinchazo de la burbuja inmobiliaria y la mutilación de la obra civil, jibarizó la actividad y el empleo de la construcción asturiana, hoy con 8.600 trabajadores adscritos al convenio laboral del sector, el 74% menos que en 2007. La Gran Recesión se llevó por delante centenares de empresas, entre ellas las del propio Abilio Martínez, agrupadas en el grupo El Caleyu, especializado en hormigones y derivados. Y empujó hacia la fusión, bajo el liderazgo del veterano dirigente, de las dos patronales asturianas (la CAC y la gijonesa Asprocon, con relaciones en ocasiones tensas), consumada en 2010

Ramón Montero Arjonilla hereda hoy de Serafín Abilio Martínez la representación de un sector aún en dificultades en un contexto de modesta recuperación inmobiliaria y escualida inversión pública. Una patronal encofrada y cimentada por un presidente de otra época.