El Banco Central Europeo (BCE) se prepara para reducir el importe mensual de su programa de compras de activos, actualmente fijado en 60.000 millones, aunque a cambio la institución se plantea extender su duración, inicialmente prevista hasta finales de 2017, por otros nueve meses, decisión que la entidad podría anunciar en su próxima reunión, que tendrá lugar el próximo 26 de octubre.

"El volumen mensual exacto no importa demasiado porque su impacto en la inflación será muy pequeño", declaró una persona conocedora de las discusiones en el seno del BCE, señalando que una ampliación de nueve meses implicaría a su vez retrasar la primera subida de tipos esperada, lo que tiene un poderoso efecto a la hora de señalar que la política monetaria laxa continuará.

Por su parte, el presidente de la entidad reguladora, Mario Draghi, pidió a las autoridades nacionales vigilar muy de cerca el "alto" endeudamiento de los hogares de algunos países de la zona euro y la "boyante" dinámica del mercado inmobiliario, a la vez que solicitó que estén listas para utilizar los instrumentos políticos que tienen a su disposición para contrarrestar estos riesgos emergentes cuando sea necesario.

Así lo señaló durante su intervención en la reunión del denominado Comité Monetario y Financiero Internacional. En ese foro el economista italiano indicó que, a pesar de que la política monetaria influye en el crecimiento económico, es importante que los dirigentes políticos asuman sus responsabilidades. Asimismo, desde una perspectiva global, uno de los ingredientes clave para aumentar el crecimiento potencial y la productividad, según Draghi, es la apertura.

Por otro lado, a pesar de que la inflación general aumentó "notablemente" durante el último año, la mayor parte, detalló Draghi, está motivado por el repunte de los precios de la energía y de los alimentos, de forma que la inflación subyacente aún no muestra "signos convincentes" de que la tendencia ascendente sea sostenida.