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La última escalada del precio horario de la electricidad

Kilovatios y algoritmos

Kilovatios y algoritmos

Sube la luz y dicen que la culpa es de un algoritmo. Supuestamente, los defectos de la fórmula matemática que rige uno de los procedimientos para casar la oferta y la demanda en el mercado mayorista de la electricidad (la contratación de la llamada "reserva de potencia adicional") hizo que el precio del kilovatio marcara un récord del año (180 euros por megavatio) a las 19 horas del pasado lunes. Una parte de los consumidores (los acogidos a la tarifa regulada o PVPC) pagan por la energía consumida según el precio de cada hora, de modo que, se calcula, el calambrazo del logaritmo pudo costarles a los usuarios del orden de cuatro millones de euros.

Luego vino la secuencia cotidiana: indignación de organizaciones de consumidores, alerta de ingenieros, promesa de investigaciones...El mercado eléctrico está permanentemente bajo sospecha porque es un arcano para casi todo el mundo. Porque su regulación es extraordinariamente compleja, porque la transparencia escasea y también porque siguen pareciendo difíciles de justificar ciertas opiniones, reglas y algoritmos que dominan su funcionamiento en España y fuera de ella.

Ahí va uno de esos mantras: "Los kilovatios son todos iguales, con independencia de con qué tecnología se generen". Está afirmación está en los argumentarios que utiliza el sector eléctrico para razonar por qué en el mercado mayorista (allí donde a diario se casa la demanda y la oferta de electricidad) se retribuye del mismo modo el kilovatio producido en una central hidroeléctrica, con costes variables ínfimos y construida en tiempos del dictador Franco, que el que sale de la térmica de ciclo combinado hecha en 2008, con costes variables muy altos y la inversión por amortizar. Así funciona el mercado (de tipo marginal): los kilovatios para cada hora se pagan al precio que marca la última central en entrar, que es la más cara. Tener un ciclo combinado puede ser o no negocio; tener una presa franquista es un chollo.

Hay muchísima literatura económica en defensa de la eficiencia de los mercados marginalistas que sería osado y absurdo cuestionar aquí. Aunque haya especialistas muy combativos con el modelo español, como Jorge Fabra, expresidente de Red Eléctrica y exconsejero de la antigua Comisión Nacional de la Energía (CNE), partidario de sustituir ese modelo por un procedimiento de subastas según las tecnologías: hoy necesito tanto de nuclear, tanto de eólico, tanto de carbón...y subasto su adjudicación entre las generadoras. Esta alternativa, que quizás rebajaría los precios -con alivio del consumidor y depresión de las eléctricas, de sus accionistas, de sus inversiones y quizás de sus salarios- implica un mayor componente de planificación pública del que otros expertos recelan. Puede que con razón si se considera que una parte no menor de lo que los españoles pagamos de más por la luz es el precio de los errores de planificación energética de los gobiernos.

Veinte años después de emprender la liberalización del sector eléctrico, en España la luz está más cara que en la mayoría del resto de países europeos. Y nos acercamos a una transición energética que conducirá en unas décadas a un modelo basado al 100% en las energías renovables en Europa. Un cambio mayúsculo que obligará a cambiar, entre otras muchas cosas, la forma de determinar el precio de la luz. Vistos los antecedentes, es para ponerse a temblar.

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