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Las predicciones sobre la recuperación asturiana | Análisis

Señales en el radar del PIB

Señales en el radar del PIB

Las predicciones económicas no son apuestas a ver quién acierta la rifa del PIB. Con todas sus imperfecciones, los modelos que utilizan las casas de análisis nos informan, a partir de las señales que mandan los radares estadísticos, de qué cosas mejoran, cuáles empeoran y qué tendencia siguen todas ellas. Así que para una Administración, por ejemplo, pueden ser instrumentos útiles para identificar dónde quitar o poner un obstáculo o un incentivo (sea una regulación o un estímulo económico directo) para orientar el crecimiento o hacer más equitativo el reparto de la riqueza.

Los últimos pronósticos aportan información valiosa en esa dirección, más allá de que vayan a servir (quizá hoy mismo, en el debate sobre el estado de la región) para la refriega política. Puede ser constructivo poner un foco sobre la siguiente consideración: el PIB se está acercando al nivel previo a la crisis a mayor velocidad que el empleo, lo cual puede ser visto como algo negativo, porque nuestro mayor problema es el trabajo, pero un economista diría también que es un rastro de mutación estructural. Cada empleo que tenemos genera más riqueza que antes de la crisis, es más productivo.

El BBVA ha observado aumentos en la productividad aparente del trabajo en la industria y en los servicios, que han ocupado una parte del hueco que dejó la construcción, intensiva en mano de obra. Esas mejoras alcanzan a subsectores (hostelería, comercio o transporte) en los que Asturias ha tenido un déficit histórico de eficiencia respecto a la España más dinámica. El diagnóstico es congruente con las investigaciones del catedrático Joaquín Lorences, quien ha comprobado la existencia de ganancias de número de empresas y de empleos en actividades terciarias e industriales de alto valor añadido, negocios que han pasado la durísima prueba de competitividad que ha supuesto la Gran Recesión o que han emergido en medio de ella, y que a menudo están en posiciones adelantadas en la adaptación al cambio tecnológico.

En palabras de Lorences, es el embrión de la economía asturiana del futuro. Y puede ser la carta de navegación para cualquier gobierno, sea nacional o autonómico, que esté dispuesto a favorecer (removiendo barreras administrativas, modernizando la educación y en especial la formación de los desempleados, apoyando nuevas fórmulas de financiación...) un cambio de modelo hacia una economía con más empleo y de más calidad y más inclusiva. Porque hay otra señal en el radar de las predicciones: el PIB se va acercando al nivel de 2008, pero la riqueza está y va a estar mucho peor repartida que entonces con las tasas de paro y de precariedad que tenemos y que se vislumbran.

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