Cerrar las centrales térmicas alimentadas a base de carbón (casi todo importado) que operan en España y sustituirlas por plantas de energía renovable bajaría la factura de la luz de los hogares. Los cálculos corresponden a un estudio que acaba de publicar Natalia Fabra, profesora de Economía de la Universidad Carlos III de Madrid y premio "Sabadell-Herrero" a la investigación económica en 2014. Esos resultados llegan en pleno tira y afloja entre el Gobierno e Iberdrola sobre el cierre de la central de Lada y en el contexto del debate sobre la conveniencia o no de prescindir a corto plazo del resto de térmicas.

El Ejecutivo apuesta por mantener al carbón en la dieta eléctrica española durante unos cuantos años más e incluso llegó a asegurar que el cierre de estas centrales elevaría el recibo de la luz hasta un 15% en algunos meses de invierno. Sin embargo, los cálculos de Fabra discuten ese porcentaje. Para sus cálculos, la economista se basa en los resultados de un simulador llamado "Energía Simula" y desarrollado por un equipo de investigación del Departamento de Economía de la Universidad Carlos III que ella misma dirige. El análisis intenta dar respuesta a las siguientes cuestiones: Qué precios se hubieran registrado y qué emisiones de carbono hubiera habido en el mercado ibérico de electricidad (Mibel) desde enero de 2016 hasta octubre de 2017 si ninguna de las centrales de carbón hubiera estado disponible, y qué habría pasado si se hubiera incorporado nueva potencia renovable con una capacidad equivalente a la del carbón.

La primera de las cuestiones tiene dos respuestas. Por un lado, señala el estudio de la economista, la factura doméstica se habría incrementado sin térmicas un 1,5% este año y hasta un 3,5% el pasado. La razón de que esos porcentajes no sean más abultados es que, tal y como está diseñado el régimen eléctrico nacional, "con o sin centrales de carbón la mayor parte de las horas el precio de mercado lo marcan las centrales de ciclo combinado", que son las que tienen un mayor coste.

En cuanto a las emisiones de CO2 (gas causante del cambio climático), Fabra concluye que se habrían reducido considerablemente si las centrales de carbón apagaran de forma definitiva sus calderas. "Se hubieran reducido en un 45% en lo que llevamos de año y en un 52% en 2016, permitiendo un ahorro significativo por la menor compra de derechos de emisión en el mercado europeo", sostiene la economista en su estudio. Las centrales de gas (ciclos combinados) también emiten CO2, pero con una intensidad menor que las instalaciones de carbón.

Volviendo a la factura de la luz, el precio cambiaría si la potencia energética de las térmicas fuera sustituida por renovables. En ese caso, el recibo bajaría, según Fabra, cuyos estudios son invocados a menudo por los productores de energías renovables. La rebaja de precios en el mercado mayorista habría sido de entre el 0,2% y el 3,4% durante el año pasado y entre en un 0,5% y un 1,5% éste. Con lo que a fin de cuentas, "hubiera implicado una reducción de los precios que paga el consumidor por la electricidad", señala Fabra. No obstante, el precio de la luz en ese mercado representa el 40% del total del recibo para un hogar, de forma que la rebaja final en la factura sería notablemente menor (inferior al 1,4% en el mejor de los casos e inapreciable en otros).

La economista también cuestiona los argumentos de los defensores de las térmicas de carbón, ya que argumenta que "en ninguna de las horas analizadas la retirada del carbón pone en riesgo la garantía de suministro, existiendo en el periodo considerado capacidad excedentaria para cubrir la demanda aun con baja aportación de las renovables".