Asturias no puede ni debe renegar de su historia. Hemos escrito nuestra semblanza sobre carbón e industria. Nuestra cultura y tradición como región industrial debe ser un orgullo sobre el que debemos poner los pilares del futuro para mantener la posición de liderazgo del Principado de Asturias como polo industrial en el Norte de España. Una industria muy diversificada y heterogénea que tiene mucho futuro. Una industria en la que creo firmemente. Una industria con gran potencial y compuesta e integrada por sectores estratégicos.

Y si queremos que esa industria siga siendo un motor determinante de nuestra estructura económica, principal creador de riqueza y artífice del estado de bienestar, es necesario que Administración pública y los agentes económicos y sociales pongan al alcance de los empresarios mecanismos que nos permitan, no solo una industria sostenible, sino también que mire al futuro con solvencia: la industria competitiva. Por eso, desde mi posición de empresario industrial, creo que ahora es más necesario que nunca crear un pacto por la industria para dotar a nuestro primordial motor económico de un contexto legal estable y que nos permita competir en el mercado internacional en igualdad de condiciones con el resto de regiones industrializadas de España y de Europa.

Dicho pacto debe abordar sin dilación aspectos clave para nuestro crecimiento empresarial como el medio ambiente, donde el desarrollo de un marco regulatorio que unifique las diferentes normativas medioambientales se ha convertido en una exigencia perentoria, y que éstas sean proporcionadas y ajustadas a la realidad industrial. A través de este pacto se debe afrontar con contundencia el problema de los costes energéticos, que solo nos hacen perder competitividad frente a otros territorios nacionales y europeos; un pacto marco en el que se solvente la desigualdad fiscal que padece la industria asturiana frente a otras comunidades autónomas, y por supuesto, mejorar la capacidad de conectividad y logística, poniendo fin a la tan deseable variante de Pajares, el rescate de la autopista del mar y unas conexiones áreas que den servicio a la empresa y nos conecten con el resto del mundo.

Si somos capaces de avanzar en esta dirección, la industria asturiana tiene futuro y lo seguirá teniendo, pero para ello debemos enderezar la dirección hacia la necesaria transformación digital. De lo contrario perderemos el tren de la cuarta revolución industrial. Y precisamente, quien está liderando esta evolución hacia la digitalización, actualmente, son las empresas de la industria del metal de Asturias. Un área de actividad que, a cierre del primer semestre del año, concentra 1.104 empresas que dan empleo a cerca de 30.000 trabajadores, un 2,6% más que en 2016. Una industria con fuerza y contundente que aporta el 11% del Producto Interior Bruto regional (PIB), y que se caracteriza por ser un sector atomizado, en el que las pequeñas y microempresas suponen el 95% del tejido empresarial, y concentran en torno al 30% del empleo. No en vano y pese a su estructura, las empresas de la industria del metal de Asturias han registrado el primer semestre del año un índice de producción del 7.72% (según datos de Femetal), muy por encima de la media nacional que se ubica en el 2.4%, y presentan un alto grado de internacionalización, pues aglutinan el 65% de las exportaciones de la región, con un incremento interanual del 25%.

Este son los parámetros clave de un sector al que pertenezco, en el que mi empresa opera y sobre el que debemos poner el acento si queremos dotar de perspectiva a nuestra industria en general. Pero si hay un subsector que actualmente concentra buena parte de la actividad del metal esa es, sin duda, la actividad metalmecánica que agrupa a las áreas de la fabricación de bienes de equipo y la fabricación de componentes para el sector de la automoción entre otras. A cierre del ejercicio 2016, la industria de los bienes de equipo está concentrada en 61 empresas, el 6% del sector metal, y generador de 1.655 empleos, que suponen el 6,14% del total de nuestra industria. Es cierto que este ámbito de actividad abarca muchos campos: las instalaciones científicas, maquinaria para el sector del oil and gas, energías renovables, pero todos ellos tienen un denominador común, pues se trata de una actividad industrial que requiere de un gran nivel de especialización, internacionalización y de alto valor tecnológico.

Visto de esta manera, parece que pocos defectos se le pueden sacar. Sin embargo existen, a mi juicio, una serie de carencias que deben ser atajadas para que nuestra actividad no pierda competitividad y consiga mantener la posición de liderazgo de la que ahora disfruta en el mercado internacional. Y son cuestiones tan fundamentales como la formación, donde hay una verdadera escasez de mano de obra cualificada y donde la Formación Profesional Dual jugaría un papel fundamental para solventar esta insuficiencia que nos permitiría rescatar una figura tradicional en el sector como es la del aprendiz, como ya se ha hecho algunos sectores. Pero sin duda, es la digitalización de nuestras compañías las que nos puede ayudar a dar un salto cualitativo y de gran valor añadido, convirtiendo a nuestras empresas en aparatos tractores de microempresas, que necesariamente deben asumir un cambio de cultura empresarial para poder insertarse, a nivel local, en las principales cadenas de valor.

He tratado de ofrecer una perspectiva global de nuestra actividad, y digo global pues nuestro mercado no está ubicado en Asturias y casi me atrevería a decir que tampoco en España. Nuestro mercado es el mundo, por eso debemos tener visión de futuro y abordar el porvenir de nuestra industria creyendo en nuestras capacidades, sin limitaciones y perfectamente habilitados para subirnos a la cuarta revolución industrial pero sin olvidarnos de nuestros orígenes y construyendo juntos un mañana prometedor para los asturianos.

El Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA) inicia hoy, martes, el ciclo de coloquios titulado “Perspectivas de la industria asturiana II”, con las intervenciones de los representantes de dos compañías del sector metalmecánico: Julio Martín, director general de Idesa (grupo Daniel Alonso), y Belarmino Feito, presidente del Grupo Asturfeito. En vísperas de ese encuentro, Feito reflexiona en esta página sobre las claves para la competividad del sector, después de que ayer lo hiciera Jesús Alonso, presidente del grupo Daniel Alonso. Los coloquios, coordinados por los catedráticos Mario Díaz y Tomás Emilio Díaz, se celebrarán entre diciembre y febrero. Ante cada cita, los ponentes expondrán sus opiniones en LA NUEVA ESPAÑA.