La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

MARÍA GARAÑA | Deja una vicepresidencia de Microsoft y ficha por la rival Google

"La gente está ahora mucho mejor informada que antes"

"Me preocupa que se crea todo lo que se cuelga en internet"

María Garaña. MIKI LÓPEZ

En un mundo marcado por un cambio vertiginoso, María Garaña Corces (Madrid, 1970) se baja con toda naturalidad de la cúpula de Microsoft de Bill Gates para subir a uno de los puestos de mando de su rival Google de Larry Page como directora general de servicios profesionales para Europa, Oriente Medio y África. "Necesitaba un cambio", justifica así este paso que la traslada a Londres con el apoyo incondicional de su marido y de sus dos hijos. Defensora a ultranza de las puertas abiertas por internet para democratizar la información, esta licenciada en Derecho y Administración de Empresas con dos másteres, uno de ellos en la Universidad de Harvard, niega tajantemente responsabilidad alguna a las grandes empresas de internet en cuanto al derecho ciudadano a una información de calidad y aconseja no creerse todo que se lee. Con asiento en los consejos de administración de Alantra Partners, Liberbank y Dia, a María Garaña le ilusionan los desafíos, sin perder de vista su arraigo sentimental en Asturias, donde quiere comprar una pequeña casa para leer lo que ahora más le llena fuera de sus obligaciones profesionales: libros de filosofía para entender el mundo que le toca vivir, según confiesa a Epipress en un hotel de Madrid a punto de iniciar su nueva y retadora aventura.

-Dígame, María, ¿por qué deja Microsoft para pasarse a Google?

-Es el cierre de un ciclo, una necesidad personal de cambio tras quince años en Microsoft, donde he cumplido todos mis retos. Necesitaba seguir en un proyecto atractivo, y es lo que me ha ofrecido Google.

-Un nuevo reto que requiere valentía.

-Es una cuestión más de ilusión que de valentía, y lo afronto con respeto porque llego a un sitio en el que no sé ni dónde está la fotocopiadora. Afortunadamente, cuento con el apoyo incondicional de mi marido y de mis dos hijos.

-¿En qué va a consistir su trabajo en Londres?

-La base está en Londres, pero me voy a centrar en Europa, Oriente Medio y África para liderar a los grupos que apoyan la preventa, venta, posventa y el soporte de las soluciones que ofrece Google.

-Parece un poco raro que habiendo estudiado Derecho y Economía se haya decantado usted por la alta tecnología de la comunicación.

-Siempre me gustó el mundo de la empresa y nunca me vi ejerciendo la abogacía, aunque la carrera de Derecho me ha aportado una gran capacidad de abstracción y de síntesis. Comencé a trabajar con Accenture cuando acabé la carrera y me topé de repente con el mundo de la tecnología. Me gusta esa parte de la alta tecnología que puede ayudar a la gente y no tanto esa faceta incomprensible para el común de los mortales que se centra en conversaciones de técnicos con otros técnicos.

-¿Cómo nos va a ayudar la alta tecnología?

-Ya nos ayuda dándonos un acceso a la información no soñado hace no muchos años. Además, se trata de una comunicación bidireccional, y eso nos aleja de aquellos modelos en los que eran otros los que elegían por nosotros cómo informarnos.

-Mucha información no significa buena información.

-Es cierto, pero internet es como la calle misma. Hace falta criterio para saber diferenciar lo bueno de lo no tan bueno.

-¿Cómo han evolucionado las cosas desde que Larry Page y Sergey Brin fundaron Google para crear un buscador en internet?

-La principal evolución se produjo con la democratización de la información y con la creación de una herramienta que da acceso universal a esa información.

-¿Cuál es el desafío actual?

-El reto pasa por dar, ordenar y presentar esa información de una forma digerible. No hay vuelta atrás. El buscador de Google es una herramienta que nos sirve para estar informados, pero también para la sanidad, la educación y en prácticamente todos los ámbitos de nuestra vida.

-¿Cuáles son los motivos por los que Google decidió competir con Apple en la telefonía?

-La movilidad es uno de los cambios que más han marcado este mundo de la tecnología. Google se dio cuenta de que el futuro estaba en tener dispositivos con acceso a la información en cualquier momento y en cualquier lugar del mundo y se ha decantado, como Microsoft y al contrario que Apple, por un modelo menos vertical y expansivo.

-¿Tiene su actual decisión alguna relación con los problemas fiscales que Microsoft está teniendo en España por su tributación en Irlanda?

-En absoluto. Hace mucho tiempo ya que me desvinculé de Microsoft en España.

-¿Acaso le motiva que Android, el sistema operativo de Google, haya ganado la batalla al Windows Phone de Microsoft?

-Ni me motiva ni me deja de motivar. La visión de Microsoft es distinta y no creo que esté en esa batalla del dispositivo sino en la nube, en la tecnología de empresa y en llevar soluciones a todos los dispositivos. Google, por otra parte, es el sistema operativo móvil más extendido de todo el mercado.

-¿Le queda a Google mucho camino por recorrer para imponerse a Apple en telefonía y en las tabletas con las que compite con los iPad?

-Lo que yo creo es que es Apple la que tiene que ponerse las pilas. Ahí está el crecimiento que han tenido los dispositivos Android y, sobre todo, en el mundo de la educación. Creo que Google es quien mejor lo está haciendo.

-¿Cómo se presenta la batalla de la interconectividad para que los smartphones, las tabletas y los sistemas operativos interoperen?

-Éste es un tema vital. La gente quiere que su teléfono se conecte con su PC, con su tableta o con su brazalete sin depender de un sistema operativo o de un fabricante. Las compañías ganadoras serán las que consigan que sus sistemas se interconecten con el resto de las plataformas. Es mejor tener un trocito pequeño del todo que tener una gran parte de nada.

-¿Hacia dónde va el internet de las cosas para solucionar nuestros problemas cotidianos?

-Esto no ha hecho nada más que empezar. Ahí están el internet de las cosas, el big data y la inteligencia artificial. Hay muchos datos que se recogen en diferentes aparatos y ofrecen conclusiones que ayudan a entender determinadas cuestiones o incluso a visionar y predecir el futuro. ¿En qué nos puede ayudar? A tener mejor experiencia como cliente, a avanzar en el mundo de la sanidad, que es pura estadística, y en el de la educación, e incluso a lograr una mayor eficiencia energética cuando una nevera o una lavadora nos avise de que la estamos programando para el momento del día con la tarifa energética más cara.

-El historiador británico Neil Ferguson acaba de denunciar el monopolio que las grandes empresas tecnológicas ejercen sobre los datos privados cedidos gratuitamente a Google o Facebook, pues son un bien público. ¿Cuál es su opinión al respecto?

-El derecho a la privacidad es importantísimo y le aseguro que las empresas se lo toman muy en serio, entre otras razones porque en marzo entra en vigor una legislación de la Unión Europea de obligado cumplimiento. Ahí se establece cómo se debe manejar cualquier dato procedente de los consumidores y se fijan multas para los que incumplen de hasta un cuatro por ciento de sus ventas.

-¿Cómo entiende usted la privacidad?

-Para mí la privacidad es hacer con tus datos lo que tú quieras. En las redes sociales, por ejemplo, la gente se expone libremente.

-¿Son los datos la mina de oro del futuro?

-Sin duda alguna, y ya lo son del presente. Los datos son el oro líquido de las compañías. Ahora de lo que se trata es de no acumular cada vez más datos sino de averiguar cómo sacar conclusiones de esos datos, actuar y lograr predicciones.

-Microsoft ha llegado a insinuar que los datos en poder de Google no están seguros. ¿Tendrá que cambiar usted el chip al pasar de vivir de la tecnología en Microsoft a vivir de la venta de datos y de la publicidad en Google?

-Microsoft es una compañía que tiene más su modelo de negocio en el mundo de la venta de tecnología a empresas, y Google está más enfocada al consumo y a la publicidad. No creo que tenga que cambiar mucho el chip.

-¿El lema de Google "Don't be evil" ("No ser malvado") cómo le gustaría a usted traducirlo?

-Lo único que puedo decir es que lo primero que me ha pedido Google es que haga un curso de ética y valores, antes incluso que el de productos y soluciones, ámbito al que me incorporo. En Google no se buscan estrellas sino gente capaz de trabajar en equipo. En la política de viajes no hay distinción entre becarios y vicepresidentes.

-Las empresas de internet están sustituyendo a los medios de comunicación tradicionales al convertirse en distribuidores de sus contenidos a cambio de unas migajas que ponen en riesgo al sector de la prensa. ¿Tiene usted esta preocupación?

-Mire, el mundo de los medios de comunicación tradicionales cambió con la llegada de internet, y lo que creo que va a pasar es que al final habrá un modelo de competencia y cooperación entre esos medios tradicionales y las empresas de internet.

-Pero es una competencia en la que no se juega en igualdad de condiciones.

-Hay periódicos que ya sólo salen en el medio digital, pero es cierto que la llegada de internet pilló a casi todo el mundo con el pie cambiado y no sólo a los periodistas, también a la banca, a la sanidad y a muchas otras industrias. Lo que sí le puedo asegurar es que en Google no hay periodistas.

-¿No cree que se están utilizando internet y las redes sociales para dividir a la población en burbujas incomunicadas que se radicalizan disfrutando de la salsa que les gusta?

-La gente siempre se ha unido al grupo donde siente más filiación, ése es un asunto tan antiguo como el mundo. Hay que aprender a diferenciar y saber que tener mil amigos en Facebook no es tan bueno como tener cinco de verdad. En realidad, no creo que haya segmentación. Es lo que ha pasado siempre, pero ahora a través de otro canal.

-Esa segmentación que usted rechaza aumentará la desigualdad porque dividirá a la gente entre una élite bien informada y una mayoría fuera de la realidad, según algunos analistas.

-No creo que eso vaya a pasar. Internet da la opción a todos de estar informados. Me preocupa más que la gente se crea todo lo que lee en internet. No me interesa poner puertas al campo sino que la gente llegue mejor preparada para distinguir un árbol de otro. Ésa es una asignatura de la escuela, de la familia y de la vida misma.

-¿Qué deben aportar las grandes empresas de internet para hacer efectivo el derecho ciudadano a estar bien informado?

-Ésa no es una responsabilidad de las empresas. Hay que fomentar el hábito de lectura pero eso es una responsabilidad personal. Hay que leer y desarrollar un espíritu crítico para tener opiniones propias.

-¿Le parece serio el sistema de medición de la audiencia en internet por el número de clics cuando es sabido que lo más cliqueado suele ser lo más extravagante o lo más repulsivo?

-Esos clics no miden la calidad de la información sino la audiencia. Así es la vida, y esos clics están relacionados con la sociedad en la que vivimos y con los valores de la gente.

-¿Es posible que blogueros e influencers o que las técnicas SEO de titular las noticias para ser mejor reconocidas y posicionadas por los algoritmos de los motores de búsqueda de internet conduzcan a una sociedad bien informada?

-Lo único que puedo asegurar es que la gente está ahora mucho y mejor informada que antes. ¿Está mejor informada que cuando no existía el SEO? Yo creo que sí. No es una cuestión sólo de noticias sino de saber dónde están los mejores hoteles, qué tiempo va a hacer y mil cosas más.

-Este fenómeno disruptivo afecta a muchas otras facetas de la vida cotidiana. Le agradecería, por favor, que me dijera hasta qué punto le quita el sueño la responsabilidad social de estas gigantescas corporaciones que tienden a abarcar prácticamente todas las actividades y que en el límite se convertirían en un monopolio mundial que nos dejaría a todos bajo su control y que por lo pronto ya imponen sus reglas en cuanto al pago de sus impuestos.

-He estado en numerosas compañías y nunca he oído hablar de planteamientos de supercontrol de nada ni de nadie. Las cosas son más sencillas, el consumidor nunca ha tenido tanto poder como el que tiene ahora, y por eso las empresas se toman muy en serio su responsabilidad social. La opinión de los consumidores repercute ahora como nunca lo había hecho en los productos.

-La robótica y la informática aumentan la productividad pero no el nivel salarial, motivo por el cual hay quien reclama un nuevo contrato social en la era digital.

-Pienso que tanto la robótica como la domótica nos llevan hacia un modelo productivo con empleos mejor retribuidos y de mejores oportunidades de futuro. Es cierto que se pierden empleos, como pasó en otras épocas de la historia, pero la inteligencia artificial nos abre la puerta a cultivar más la inteligencia emocional que nos debería llevar a desarrollar una capacidad crítica para enfrentarnos a la vida. ¿Sabe que en mi tiempo libre nunca leo nada de empresas o tecnología?

-¿Qué lee?

-Libros filosóficos.

-Hábleme de su experiencia. ¿Qué es lo más importante que ha aprendido en una vida profesional tan apasionante como la suya?

-Lo más importante que he aprendido es a disfrutar del aprendizaje para sentirme en un constante progreso. Además, me he dado cuenta de que no hay que poner nunca todos huevos en el mismo cesto y no celebrar exageradamente los triunfos ni hundirse por los fracasos. Hay que tener autocontrol y para mí es muy importante el arraigo.

-¿Cuál es el suyo?

-He trabajado con gente de muchos países del mundo pero nunca olvido mis raíces asturianas. Si soy como soy es gracias a Asturias y, sobre todo, a mi abuelo, un hombre que se pasó 30 años en Chile, donde le fue muy bien, pero se mantuvo siempre discreto y con un afán de superación admirable porque le daba mucho valor al estudio y a la preparación. Gracias a ese ejemplo puedo decir que más que un trabajo tengo una forma de vida.

Compartir el artículo

stats