Las grandes térmicas de carbón aportan más del 75% de la producción eléctrica asturiana y su funcionamiento supone el tercer mayor negocio industrial de la comunidad (700 millones de facturación anual, por detrás del metal y las fábricas agroalimentarias). Es también el pilar que sujeta principalmente el 5% del producto interior bruto (PIB) que aporta la energía en Asturias y miles de empleos entre los directos y los pertenecientes a compañías auxiliares, de suministros y de transporte, y también los últimos puestos de trabajo de la minería, en la medida en que la continuidad de lo que queda de este último sector depende, además de las prescripciones de Bruselas, de que haya en el futuro centrales donde quemar las producciones de carbón asturiano. Con la producción autóctona jibarizada por la reconversión minera, las térmicas queman sobre todo carbón importado que entra por los puertos y constituye uno de los grandes tráficos de las dársenas. Así, en caso de cierre de las térmicas, El Musel perdería el 20% de su actividad.