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Cuentas pendientes de la fábrica Asturias

La región precisa un impulso extraordinario para incorporarse a la Europa más industrial, de la que ya forman parte vascos, navarros y riojanos

Cuentas pendientes de la fábrica Asturias

Las instituciones de la UE formularon en 2012 el objetivo numérico de lo que algunos llamaron la "reindustrialización europea" o el "renacimiento industrial" de la Unión: revertir décadas de pérdida de relevancia de las actividades fabriles en las economías nacionales y hacer que en el horizonte de 2020 el peso de la industria manufacturera se acercara al 20% de producto interior bruto (PIB). En medio de la Gran Recesión, en buena parte provocada por los excesos de la economía financiera de los años precedentes, que Europa recuperara la reinvindicación de tener una base industrial sólida para favorecer el desarrollo económico y el bienestar de los ciudadanos fue algo celebrado en Asturias por dirigentes políticos, sindicales y empresariales. La intervención del entonces comisario Antonio Tajani, hoy presidente del Parlamento Europeo, para evitar en 2013 el cierre de la fábrica gijonesa de Tenneco puede ser interpretada en alguna medida como un símbolo de aquella nueva apuesta por la industria que se asumía desde Bruselas.

La pérdida de perfil industrial de la mayoría de los principales países de la UE está ligada en primer lugar a la propensión de las economías avanzadas a terciarizarse a medida que el nivel de vida mejora y con ello la demanda de servicios. Pero se explica más concretamente por la deslocalización de producciones. El avance de la globalización avivó el traslado de muchas actividades, a menudo las que ocupaban a más trabajadores, a países con costes laborales bajos (China, en espacial) o con mayor cercanía a las materias primas y a los mercados de consumo. Como retrata un reciente informe de la patronal CEOE, la desindustrialización también es el resultado de una cuestión contable: que las empresas industriales hayan externalizado muchos de los servicios y tareas menos relacionados con la actividad productiva (administración, limpieza, vigilancia...) adelgazó aún más la participación del sector en el PIB.

¿En qué punto están Europa, España y Asturias a dos años vista del objetivo del 20% trazado por Bruselas? Cabe precisar antes que cuando la Comisión Europa habla de la participación en el PIB se refiere de manera estricta a la industria manufacturera, restricción que deja fuera la minería energética y la generación de electricidad y que por ello juega en contra de Asturias, donde esos negocios (en especial el de la electricidad) tienen una importancia notable.

Entre las principales economías europeas Alemania es la única donde la manufactura supera el 20% del PIB. El país, cuyas exportaciones industriales quintuplican las españolas, prácticamente ha conseguido también otro de las metas asociadas al "renacimiento industrial" que preconiza la UE: que la inversión en investigación, desarrollo e innovación (I+D+i) sea equivalente al 3% del PIB. Apoyada en una política energética con precios competitivos para los grandes consumidores industriales y en un sistema de formación profesional envidiado por muchos otros países, Alemania aspira a convertirse en referencia mundial de la digitalización y la industria 4.0, los desafíos tecnológicos en los que ya trabajan muchas de sus empresas con el respaldo público de Berlín y los "Länder".

España es un país de bajo perfil industrial, por más que se ensalce, por ejemplo, la actividad y proyección exterior de las plantas de montaje de automóviles. La manufactura aporta el 12,9% del PIB (2016), proporción que ha subido unas décimas en el último lustro, en parte por el impulso en las exportaciones. El valor añadido bruto (VAB) del sector ha encadenado tres años de incrementos y fue en 2016 un 10% superior al de 2010. El Gobierno lanzó en 2014 lo que llamó la "Agenda para el fortalecimiento de la industria", una colección de políticas de promoción que por el momento no ha conseguido reconducir indicadores como los siguientes: la inversión española en I+D+i lleva seis años bajando y no pasa del 1,19% del PIB (2016) y las empresas industriales pagan por la electricidad precios medios que llegan a ser un 30% superiores a los de sus competidores alemanes.

Con el método de la Comisión Europea, que se centra en las ramas manufactureras, no puede decirse que Asturias sea ahora una región con alta especialización industrial. La manufactura pesa en el PIB el 14,3% (2016), tasa que sitúa a la región en la décima posición dentro de España, según un ranking (ver gráfico adjunto) que deja ver cómo únicamente Navarra, País Vasco y La Rioja superan el 20% recomendado. El mapa de las regiones europeas que también se reproduce juntos a estas líneas muestra que Asturias tampoco forma parte de los territorios donde mayor es la relevancia del empleo industrial. Esa Europa más fabril está altamente concentrada en Alemania y en los países el Este que sacaron partido de las deslocalizaciones sufridas por otros.

Los números hablan por tanto de que Asturias necesitaría un impulso industrial extraordinario (elevar el 40% el valor añadido de su producción) para entrar en el club de las regiones con más de un 20% de PIB manufacturero. En esa dirección pretendía empujar la "Estrategia Industrial de Asturias", un documento que el Principado concertó con la patronal FADE y los sindicatos en 2014 y de cuyos resultados no existe una evaluación general o al menos no la conocen los agentes sociales. Los indicadores que sí son públicos no resultan buenos: el valor de la producción es inferior al de 2011 y también lo son el empleo y las horas trabajadas.

El presidente de la FADE, Berlamino Feito, ha propuesto últimamente ir a un nuevo pacto que además implique a todos los partidos. Tendría sentido empezar por la transición energética y el riesgo de liquidación acelerada de las térmicas de carbón, un negocio que no es manufacturero ni está incluido por ello en los números de la UE para el "renacimiento" fabril, pero que pesa en el PIB y en el empleo de Asturias y que resulta estratégico para el presente y el porvenir del conjunto de la industria regional.

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