La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

CAROLINA MARTÍNEZ MORENO | Catedrática de Derecho del Trabajo

"La inercia aún lleva a pensar que la mujer está mejor de profesora que de mecánica"

"En los procesos de selección laboral sigue habiendo sesgos de género: a ellas se les pregunta si quieren tener hijos"

Carolina Martínez Moreno, ayer, frente a la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Oviedo. IRMA COLLÍN

Carolina Martínez Moreno es catedrática en Derecho del Trabajo y Seguridad Social en la Universidad de Oviedo, donde fue durante algún tiempo delegada para la Igualdad. De hecho, fue la encargada de elaborar el primer plan integral contra la discriminación y a favor de la conciliación laboral y familiar para esta institución académica. Martínez Moreno ofreció ayer en Oviedo una charla, organizada por los sindicatos UGT y CC OO, sobre el papel de la mujer en el mercado laboral dentro de los actos del Día Internacional de la Mujer, que se celebrará el jueves. Las centrales sindicales han convocado paros feministas para esa jornada.

- ¿Qué motivos hay para ir a una huelga?

-Los objetivos que se esgrimen para justificar este paro, que es algo simbólico, son problemas que desbordan el ámbito del empleo. Tiene que ver con la educación, los estereotipos y con la violencia, obviamente. Me da la impresión de que entre los jóvenes hay una cierta regresión, un retroceso en educación en materia de género, en actitudes y forma de relación, hay más machismo.

- ¿Qué tipo de dificultades siguen teniendo las mujeres para acceder al mercado laboral?

-Siguen intentando vencer los obstáculos que ha habido tradicionalmente. Continúa habiendo segregación ocupacional, empleos donde hay más personal masculino. Las mujeres son mayoría en los sectores tradicionales vinculados con la sanidad, la educación, las labores de cuidado, hostelería o comercio. Mientras que en el sector industrial y en el de las tecnologías hay más hombres. También sigue habiendo segregación vertical. Esto es que a las mujeres, incluso a las más preparadas, les cuesta más llegar a puestos altos.

- ¿Por qué se resiste tanto a romper ese techo de cristal?

-Tiene que ver con los prejuicios. Se dice muchas veces que la mujer no está ahí porque no quiere, porque se automargina. Puede haber estos casos. Pero hay otras razones. Una puede ser que tenga que dedicar su tiempo a atender a su familia. Pero hay otra razón más difícil de abordar que tiene que ver con los estereotipos de género. Muchas mujeres no están en los puestos que les correspondería estar por su capacidad o por inclinación por temor a no llegar, a ser discriminadas o por no tener los apoyos necesarios para llegar ahí. Aquí (en la Universidad de Oviedo) hubo un intento para que una mujer fuera rectora y no tuvo apoyos.

- ¿Cómo romper con eso?

-Es una cuestión de educación, de eliminar esas barreras mentales y esos miedos. Estos días he estado en Zaragoza en un máster de género en el que participaron las responsables de una asociación de directivas que están haciendo unos talleres con escolares de cuarto de la ESO. Les dan formación para vencer esos miedos y que las mujeres piensen en qué quieren hacer con sus vidas y venzan resistencias. Es una buena iniciativa ¿Por qué no lo hacemos en los colegios? ¿Por qué no damos formación en cultura feminista?

- Todo esto lleva a que la brecha salarial entre hombre y mujeres siga muy abierta.

-Medirla es muy difícil. Las cifras que tiene la UE no coinciden con las que manejamos a nivel interno. Según la UE, estamos mejor que Alemania o que algunos países nórdicos, pero eso tiene una explicación económica muy sencilla. A salarios más bajos, la brecha es menor. Con lo cuál en países que tienen sectores muy potentes con puestos de más calidad la brecha es más amplia. Por eso, en la media de Europa, España no está tan mal. Es lo que pasa en Asturias: aquí la brecha es más alta porque los sueldos son mayores. En todos los países existe brecha salarial. Aun así, sea más alta o más baja, la brecha es indeseable.

- ¿Hay empleos en los que por el mismo trabajo hombres y mujeres cobren distinto?

-Ya no existe la discriminación salarial directa que existió durante el régimen franquista, porque había un concepto legal que se llamaba salario femenino, y que no era ni más ni menos que obligar a que el sueldo de las mujeres fuera inferior al de los hombres. Lo que sí hay ahora es discriminación indirecta.

- Explíquese.

-Un ejemplo podemos verlo en los hoteles. Las camareras de piso, las "kellys", cobran menos que los cristaleros o que los pinches de cocina, cuando el nivel profesional de cualificación, de experiencia es similar o mayor.

- Decía que sigue habiendo oficios para hombres y para mujeres. ¿Eso no se ha superado?

-Aún no. Eso tiene que ver con nuestros orígenes, con nuestros precedentes históricos. Hubo un decreto en 1957 que establecía una serie de trabajos prohibidos para las mujeres. Era una lista de varias páginas. Cuando esas normas desaparecen y se garantiza la igualdad en el acceso al empleo y que no haya discriminación, se produce una reincorporación tardía y eso ha generado inercias en los itinerarios formativos ¿Por qué hay menos mujeres en las escuelas de ingeniería, tecnología o en las escuelas navales? Eso tiene que ver con esa inercia y esa mentalidad que lleva a pensar que una mujer está mejor de profesora o enfermera que de mecánica o de conductora de un tráiler. Todo eso se irá venciendo. Pero es un círculo vicioso. Como en el mercado hay puestos de hombres y otros de mujeres, ellas ya eligen formaciones para esos trabajos. Romper con eso es complicado, pero se hace con divulgación y con educación.

- Hay carreras universitarias en las que las mujeres son mayoría, pero luego a la hora de acceder a la empresa ya no es así.

-En los procesos de selección, en las ofertas de trabajo sigue habiendo sesgos de género, y si el que te tiene que seleccionar es un hombre pues muchas veces prefiere a un hombre. También ocurre con algunas mujeres directivas que prefieren contratar hombres. Esto lo analizan mucho los economistas del trabajo, que hablan de un modelo de discriminación por gusto o prejuicioso. Hay mujeres a las que en las entrevistas de trabajo se les preguntan si tienen hijos, si los quieren tener, a qué se dedica su marido... Ellas tienen un mejor rendimiento académico, menor abandono escolar, pero luego, a la hora de la verdad, se ponen en marcha todos estos obstáculos y prejuicios.

- Usted desarrolló un plan de igualdad para la Universidad de Oviedo, ¿qué fue de él?

-No sé qué fue de ese plan. Yo en su momento renuncié al cargo una vez que ya estaba acabado y aprobado. Tampoco estaba muy bien vista la figura de la delegada para la Igualdad. No se ha hecho un seguimiento, así que no se qué grado de cumplimiento ha tenido. Pero sospecho que poco.

- ¿Qué proponía?

Medidas para conciliar horarios, para que los procesos de selección fuera igualitarios... Las medidas habituales de un plan así.

Compartir el artículo

stats