La crisis de la eurozona y la estrategia China de expansión hacia el exterior han propiciado que durante la última década se multiplicaran las inversiones del país asiático en la UE y particularmente en sectores considerados estratégicos (energía, infraestructuras, nuevas tecnologías...). Esa situación ha llevado a las autoridades europeas a estudiar la creación de un mecanismo de supervisión similar al que tiene EE UU para acotar la presencia del capital foráneo en sectores sensibles.

Como se recoge en un artículo de Mario Esteban, investigador del Instituto Elcano, en 2010 la inversión china en la UE era de 1.600 millones de euros, mientras que en 2016 superó los 35.000 millones. Europa ya supera a EE UU como destino del capital del coloso asiático, en una parte muy importante procedente de sociedades estatales y en su conjunto de un país con un régimen político dictatorial y una política económica de planificación central que no respeta las reglas del mercado. En Portugal, y en el contexto de la crisis del euro, China tomó en EDP una posición hegemónica (superior al 28% a través de dos empresas) que ahora pretende reforzar.