La dirección de Arcelor-Mittal confía en que, una vez engullida en su organigrama, la gigantesca planta de Ilva en Tarento (al sur de Italia) esté dando beneficios en el plazo de un año. Así se lo transmitió a los sindicatos durante un pleno extraordinario del llamado comité restringido, que reúne a los representantes sindicales con la alta dirección de la compañía. El encuentro de ayer fue monográfico sobre cómo la siderúrgica que preside Lakshmi Mittal va a digerir la compra de ese enorme complejo industrial italiano.

Los sindicalistas de las plantas que Arcelor va a vender para cumplir con las exigencias de la Comisión Europea protestaron enérgicamente por la falta de información sobre cómo este proceso de compra se ha llevado a cabo. El asunto puede acabar incluso en los tribunales. De momento, los sindicatos y la compañía acordaron crear lo que han bautizado como comisión paritaria para tratar de resolver las cuestiones que aún están pendientes.

El responsable de productos planos en Europa de la multinacional, Geert van Poelvoorde, destacó ante los sindicatos que la planta de Ilva es muy moderna, por lo que confía en ponerla a funcionar a plena potencia en muy corto plazo. La siderúrgica también aclaró que el acuerdo alcanzado con el Gobierno italiano para la compra de esta instalación industrial la protege y blinda en el caso de que haya un cambio de mando en el Ejecutivo.