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Un lustro de crecimiento con debilidades

Relevo de Gobierno cinco años después de la última recesión

La economía española protagoniza una de sus remontadas clásicas, aunque aún no ha resuelto todos los desafíos que la hacen vulnerable

Relevo de Gobierno cinco años después de la última recesión

El inesperado cambio de Gobierno en España, con la sustitución de Mariano Rajoy (PP) por Pedro Sánchez (PSOE), se produce justo cuando se cumplen cinco años del final de la última de las dos recesiones consecutivas padecidas en el periodo 2008-2013.

El relevo en La Moncloa coincide con algunos síntomas incipientes de desaceleración en el crecimiento europeo y cuando arrecian las primeras escaramuzas de la guerra comercial desencadenada por el presidente de EE UU, a la vez que el fortalecimiento del dólar somete a fuertes sacudidas a algunos países emergentes -caso de Argentina-, el grueso de los estímulos económicos que ayudaron a afianzar la recuperación (desde el precio del petróleo a los bajísimos tipos de interés) anuncian su repliegue y cuando una severa crisis política en Italia -con tintes antieuropeistas- ha vuelto a desencadenar un episodio de nervios, crispación y desconfianza en las Bolsas y las primas de riesgo del sur de Europa entre el 14 y el 30 de mayo sin que la Eurozona haya culminado aún su transformación en un área monetaria óptima que garantice su solidez frente a las sacudidas asimétricas.

Volatilidad. Lo ocurrido con la Bolsa y la prima de riesgo ha puesto de manifiesto que España, pese a haber completado cinco años consecutivos de crecimiento (los cuatro últimos, a tasas superiores al 3%), sigue siendo muy vulnerable a las perturbaciones externas: es el país con el mayor déficit fiscal de la UE pese a haberlo reducido a un tercio, el único que superó el año pasado el límite del 3% y el único aún con déficit primario (antes de contabilizar los intereses de la deuda), es el quinto estado de los 28 con los mayores débitos públicos en relación a la producción nacional (la deuda no ha dejado de crecer en cifras absolutas pese al incremento del PIB y a los tipos de interés en el 0%, y supera los 1,16 billones), la deuda externa bruta sigue siendo excesiva (más de 1,9 billones), persiste con la segunda mayor tasa de paro (16,74%) de la OCDE pese a que acumula un lustro de creación de empleo y, aunque Rajoy dijo el miércoles en el debate de la moción de censura que lo descabalgó del Gobierno que fue su gestión la que logró "devolver a las agencias de 'rating' la confianza" en España, la calificación crediticia del país por Moody's, Fitch y Standard & Poor's sigue en peores niveles que cuando el 22 de diciembre de 2011 sustituyó a José Luis Rodríguez Zapatero en la presidencia del consejo de ministros.

Recuperación generalizada. Rajoy sostuvo que deja un país en mejor posición que como lo encontró (lo que es cierto, salvo en indicadores como el "rating", la deuda pública y algún otro), pero esto no es ninguna singularidad española. Toda Europa -y en general el conjunto de la economía mundial- está hoy mucho mejor que a fines de 2011. De modo que mientras España sigue duplicando la tasa de paro de 2007 (previa a la crisis) pese a haberla reducido en 10,36 puntos desde la cifra récord del primer trimestre de 2013 (27,1% de la población activa), en la UE y la Eurozona ya está en niveles de fines de 2008, en Alemania ha caído a mínimos de 1990, en EEUU está por debajo del desempleo existentes antes de la recesión de 2008, en Reino Unido se ha retrotraído a 1975 y en Japón es la más baja en 25 años.

La recuperación española a partir de 2013 no fue por consiguiente una excepción ("Volvemos a asombrar al mundo", dijo el ex ministro Cristóbal Montoro el 18 de septiembre de 2013), sino la norma general. España salió de la segunda recesión en el segundo trimestre de 2013 y la UE y la Eurozona (principales mercados de exportación española y origen predominante de nuestras inversiones externas) lo habían hecho un trimestre antes. Esta simultaneidad se produjo también en 2008 (cuando España y Europa entraron en la primera recesión), de nuevo en 2010 (España salió de la primera recesión en el primer trimestre, uno después que Europa) y en 2011, cuando España y la UE recayeron en el decrecimiento.

Otra cosa es la intensidad del avance del PIB. España, una vez que emprendió la recuperación hace cinco años, lo hizo a tasas mayores que la media comunitaria. Pero esto, lejos de ser una proeza insólita, es lo habitual en el comportamiento español desde 1960 por la mayor volatilidad de su economía. España se desploma más y destruye mucho empleo en las recesiones, y emerge con más fuerza en las recuperaciones. Lo recordó en marzo la economista del IVIE, de Valencia, Matilde Mas: "La economía española es más volátil que el resto: cuando el viento sopla a favor crece más (y genera más empleo que nadie) pero retrocede y destruye más empleo que nadie cuando las cosas vienen mal dadas".

Lo dijo también el Banco de España en su informe del primer trimestre: El crecimiento del empleo, "como ocurre habitualmente en las fases expansivas de la economía española", es "muy cercano al de la actividad". Y Pierre Moscovici, comisario europeo de Economía, ironizó el 3 de mayo sobre los comportamientos extremistas (al alza y a la baja) de la economía española: "Con España nunca se sabe. Suele dar sorpresas..., generalmente positivas".

Esta suerte de paroxismo español favorece que los gobernantes a los que les toca la fase alcista del ciclo se coronen como grandes gestores y que aquellos a los que les caen encima los derrumbes queden inmolados, con independencia de sus propios méritos o culpas en la progresión o en el estropicio. "La aleatoria posición temporal de algunos políticos en el ciclo económico los convierte en ganadores o perdedores", escribió el 7 de marzo la economista de la Universidad de Miami María Lorca Susino.

Demanda retenida. Este proceder espasmódico, de súbitas contracciones y crecimientos muy efusivos, tiene mucha lógica porque las economías que generan empleo y actividad con mucha intensidad y rapidez al amparo de la bonanza cíclica, suelen hacerlo sin suficiente solidez para soportar los embates de la adversidad, por lo que gran parte de los construido se derrumba en época de crisis. Por lo mismo, cuando el efecto destructor es mayor, la regresión a la media suele ser más intensa por el mero reflujo de la ley de péndulo.

El Banco de España atribuyó al desplome del consumo entre 2008 y 2013 gran parte del impulso de la demanda interna que tiró de la economía y del empleo a partir de entonces. Es la llamada demanda retenida, sobre todo en bienes de consumo duradero, y cuya aportación al PIB podría estar empezando a agotarse, según un reciente estudio del supervisor bancario, una vez que se ha ido satisfaciendo el consumo pospuesto en los años de la recesión.

Como escribió el día 18 el economista y portavoz de la patronal bancaria José Luis Martínez Campuzano, el crédito al consumo está aumentando en España a tasas del 15% anual, "casi el doble del crecimiento medio en la zona euro. Pero es que entre 2011 y 2012 caía un 12% en España frente a un descenso del 2% en Europa". Se trata por lo tanto, dijo, de "la vuelta a la normalidad".

Que España tuviese un desplome mayor que la media europea no en 2008 pero sí en 2009-2013 fue atribuido por el PP y algunos economistas al gasto público, una estrategia de estímulo fiscal anticrisis que fue pactada en 2008 en el G-20 y que, como admitió el exministro Luis de Guindos el 17 de febrero de 2014 en un seminario organizado por la OCDE en Bruselas sobre la eurozona, se aplicó en toda la UE.

Gasto público y privado. Esta atribución de la crisis al supuesto dispendio del Estado (España entró en la crisis con una deuda pública del 36% del PIB cuando la media europea superaba el 60%) no es la explicación que el Gobierno de Rajoy publicó en el "Boletín Oficial del Estado" el 10 de diciembre de 2012. El texto del "Memorándum de Entendimiento" (MoU) que entonces le impuso la "Troika" a España para acceder al rescate, y que firmaron De Guindos y el vicepresidente de la Comisión Europea, Olli Rehn, achaca la gravedad de la crisis internacional en España al gasto y la deuda privados, al exceso de crédito bancario y a la "burbuja" inmobiliaria y crediticia, un fenómeno que se desarrolló desde 1998, durante los Gobiernos de Aznar y de Zapatero. La dependencia del crédito exterior y "la corrección súbita de ese auge en el contexto de la crisis financiera internacional condujo", afirma el texto, "a la recesión y a la destrucción de empleo".

Estudios históricos del Fondo Monetario Internacional (FMI) y de los economistas Amir Sufi y Atif Mian, Mervyn King, Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff, Paul Krugman, Bradford de Long y otros muchos acreditan que en todo tiempo y lugar "la gran expansión del crédito empeora los daños del desplome de una burbuja financiera".

Un liderazgo que no es. Que España saliera de la crisis hace cinco años formó parte de lo que el Banco Central Europeo (BCE) denominó en su primer boletín de 2017 como la "generalización" del crecimiento económico "desde 2013", y que fue común a la UE y a las economías avanzadas, según el BCE, el FMI y otros organismos. Lo mismo ocurrió con la caída del desempleo. Tanto en el conjunto del planeta como en las economías de la OCDE el paro empezó a reducirse, como en España, en 2013. Y los países que comenzaron antes (EE UU y Reino Unido salieron de la crisis en junio y septiembre de 2009) lograron eludir la doble recesión evitando las políticas de austeridad fiscal que impuso Alemania en 2010 y aplicando actuaciones de saneamiento rápidas, generales y contundentes sobre la banca, y no graduales, como se hizo en la eurozona.

Una vez que la UE salió de la doble recesión (un hito con sólo tres antecedentes en 160 años, según el economista Juan Ignacio Crespo), el crecimiento español se fortaleció en 2015, 2016 y 2017 pero no tanto como dijo el Gobierno de Rajoy. "La economía que más crece en Europa" es en realidad la novena en tasa intertrimestral y la decimosegunda de 28 en tasa anual, y "el país que más empleo crea en la UE" tampoco es tal sino el noveno en tasa anual, según ratificó Eurostat en mayo.

La calidad del empleo que se genera tampoco es venturosa. La OCDE, la OIT, la Comisión Europea, Eurostat, el Foro de Davos y otros organismos y grupos siguieron alertando el año pasado y éste contra la desigualdad, la pobreza laboral y la precariedad, muy acusadas, dijeron, en España.

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