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Análisis

Disensiones a izquierda y derecha

De cómo afrontan sus diferencias internas en IU a cómo lo hacen en el conglomerado que conforman PP y Foro una vez firmada la coalición electoral

Disensiones a izquierda y derecha

Izquierda Unida de Asturias ha entrado en campaña con fuerza. A la primera oportunidad, en el primer día de los de más tirón para la convocatoria de actos electorales, ha contado con la presencia del candidato de la coalición a la Presidencia del Gobierno, Alberto Garzón. Primer líder nacional que llega a la región. Lo que no es casualidad. En las elecciones autonómicas y municipales del pasado 24 de mayo IU logró en Asturias mantener el tipo, a diferencia de lo sucedido en el resto del país. Es lógico por lo tanto que la coalición se vuelque en el Principado. Además, las encuestas (algunas al menos) le son favorables: seguiría manteniendo su diputado por la provincia. En los resultados favorables de IU en Asturias el 24-M tuvo mucho que ver Gaspar Llamazares (al menos ésa es la opinión mayoritaria de los propios militantes y simpatizantes del partido). Su decisión de abandonar la política nacional (después de décadas en Madrid, en donde llegó a ser coordinador nacional de IU) para centrarse en la autonómica fue acogida con división de opiniones en la coalición. Pero, sin mayores problemas, ganó las primarias al coordinador regional de la formación de izquierdas, Manuel González Orviz, y se convirtió así en candidato a la Presidencia del Principado. Irrupción de Podemos incluida, la lista encabezada por Llamazares mantuvo el mismo número de diputados autonómicos que tenía antes de la llegada del partido morado al Parlamento regional, cinco.

Pero a pesar de este éxito electoral, IU de Asturias no se puede decir que sea una balsa de aceite. Todo lo contrario. Desde hace ya muchos años los enfrentamientos internos son constantes, tanto a escala regional como en gran número de municipios. Pero las desavenencias no se quedan aquí, sino que traspasan las fronteras de la comunidad. Como botón de muestra basta señalar que en los dos actos electorales de Garzón ayer en Asturias no estaba presente Gaspar Llamazares. Como tampoco le acompañó en la anterior visita que el cabeza de cartel de la coalición para las generales realizó al Principado hace pocas semanas.

Llamazares y Garzón no se ven y, por lo tanto, no están obligados a disimular la falta de empatía. Todo lo contrario de los integrantes de las candidaturas conjuntas de PP y Foro. Es cierto que se firmó un acuerdo, una coalición electoral (que probablemente se negoció entre los pesos pesados de ambos partidos en Madrid), pero, lógicamente, ello no implica que haya sintonía entre populares y casquistas. No la hay, y si alguien tiene alguna duda sólo con ver las caras de unos y otros en los actos electores conjuntos se le disiparán. Fueron años de discrepancias (y de insultos, que nadie lo olvide) como para que todo pueda cambiar con una firma de la noche a la mañana. Pero es que, además, no tienen ni un programa electoral conjunto, ni tan siquiera un ideario básico que les sirviera para justificar esta unión electoral.

Dos maneras, por tanto, de afrontar la disensión: obviándola, porque a fin de cuentas que Llamazares esté o no esté en un mitin, en principio, no da ni quita votos; o haciéndole frente, no por convencimiento, sino por obligación, ya que en este caso sí, en lo que concierne a la derecha, la coalición sólo tiene un objetivo: arañar sufragios el 20-D.

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