LA NUEVA ESPAÑA de ayer, 7 de diciembre, publicaba la opinión de un grupo de jubilados en el centro de mayores de El Coto de Gijón. Todos venían a decir lo insatisfechos que estaban con el actual sistema de actualización de las pensiones. En página contigua se publicaban también las principales propuestas de los partidos sobre las pensiones; propuestas algunas muy positivas si de verdad se llevaran a la práctica, pero como tras tantos años de democracia y tantas campañas electorales vividas, uno ve que lo que se promete en ellas son en la práctica cosas para no cumplir, pues al final ya no cree en nadie ni en nada de cuanto prometen. Siempre habrá esos fieles seguidores de los partidos que creerán que todo sería mejor y bien distinto si llegaran a gobernar los suyos, y que no los apea de la burra ni un ciclón, pero la mayoría de los pensionistas ya sabemos como se las gastan unos y otros y estamos en el: ver para creer.

Nuestro sistema de pensiones, como todos sabemos, es de reparto y se nutre de las cuotas que cotizan a la Seguridad Social empresas y trabajadores. Mientras hubo empleo y las cotizaciones además de dar para pagar pensiones generaban superávit de caja, la hucha de las pensiones fue llenándose; ahora desde la crisis y con la baja tasa de empleo que tenemos, la Seguridad Social no solo no recauda lo suficiente para pagar al cada vez mayor número de pensionistas, sino que genera déficit de caja, lo que la obliga a ir recurriendo a la hucha de las pensiones. La pregunta es ¿hasta cuando? Tengamos en cuenta además, que cuando nuestro sistema de pensiones fue creado los jubilados apenas sobrevivían a la edad de jubilación de dos a cuatro años. Hoy la esperanza de vida nos lleva a cobrar la pensión 15 años de media. Si a eso sumamos que en los últimos años todo fueron facilidades a las empresas para deshacerse de los mayores e incluirlos en algún ERE o contrato relevo, que en su mayor coste corre a cargo de la Seguridad Social, pues uno llega a la conclusión de que la cuerda ya no da más de sí; si la siguen estirando rompe. Así que por mucho que nos cuenten en campaña electoral los piquitos de oro de turno, pongámonos en lo peor, o se crea empleo de calidad y en cantidad, o esto no da para más. Yo también soy pensionista por jubilación, y sufro la situación como todos los demás, pero procuro ser realista y no dejarme llevar de falsos cantos de sirena y promesas falsas para llevarnos a su huerto.