Se acerca el día de las elecciones generales y los candidatos se prestan a toda clase de pruebas, sobre todo en los platós de televisión. Si ellos mismos anunciasen algún producto para vender, seguro que sacarían unos buenos ingresos de comisión por las elevadas ventas de ese producto. Eso es lo que tiene la TV, que vende más los productos que otro tipo de publicidad.

Confieso que no he visto ninguno de los programas en los que intervinieron varios candidatos, ni pienso ver los próximos; para mí la política es mucho más seria que dejarse llevar por un presentador profesional que expone al entrevistado a dar algún que otro patinazo. Existe otro tipo de programas televisivos que dirigen profesionales acreditados en los que el entrevistado puede dar toda clase de explicaciones sobre sus proyectos políticos sin arriesgarse a quedar en evidencia ante la audiencia que esté viéndolo.

En mi opinión, esas cómico-entrevistas me parecen una falta de respeto a millones de ciudadanos que están padeciendo las consecuencias de una prolongada crisis a la que no se le ve el punto final. Me parecería más justo que cualquier candidato se expusiese a las preguntas de un equipo de expertos en política, sobre todo de economía, y ponga sobre la mesa su programa de gobierno para los próximos cuatro años, para debatirlo con los expertos presentes en profundidad, pero con planteamientos claros que la gente entienda y no manejando macroestadísticas que confundirían a la audiencia. Bien entendido que en esa exposición de datos tienen que conocerse los posibles resultados al aplicar las medidas correctoras del programa económico que se debate.

En estos cuatro años de Gobierno del Partido Popular, las medidas adoptadas sólo han beneficiado a una parte de la sociedad, como son las empresas, que han conseguido rebajar los salarios y aumentar las ventas; pero los sacrificados han sido los trabajadores, con contratos temporales o indefinidos con sueldos irrisorios. Con unos sueldos superiores, que las empresas bien podrían pagar, se aumentarían los ingresos de los impuestos que generan esos salarios, además de las cotizaciones a la Seguridad Social. Además de estas medidas, el Gobierno debería estudiar fórmulas para evitar el cierre de empresas, dando ayudas que compensen las pérdidas de las mismas. Si una empresa cierra, sus trabajadores irán a cobrar el paro, que es un gasto social que paga el Estado. Por el contrario, si se la ayuda, ese gasto no existe y los trabajadores tributarán por los impuestos de sus salarios y cotizarán a la Seguridad Social. Siempre será menor el pago de esa ayuda a las empresas que tener que soportar el pago del subsidio de paro, además de dejar de ingresar los impuestos directos e indirectos y la cotización a la Seguridad Social.

Hay otro problema que debería preocupar al Gobierno actual y a los venideros, y es el de la juventud que no encuentra trabajo ni se sabe si lo conseguirá. Esta gente ve que los años van pasando y no cotizan para su jubilación; cuando les llegue ésta, ¿de qué van a vivir sin pensión?