La política es una pasión indomable, a menudo teñida de forofismo incondicional. ¿Cuántos electores potenciales van a profundizar y estudiar los programas electorales de las respectivas formaciones y plataformas concurrentes a estos comicios y van a ser capaces de reconocer noblemente puntos razonables y de interés constructivo en los inmediatos competidores políticos, desde la búsqueda del bien común? Muy poquitos.

Lo que está claro es que estas elecciones van a arrojar resultados emocionantes y variopintos. Recuerdo cuando aún recientemente se decía que el bipartidismo no era sino la evolución madura de nuestra mentalidad política colectiva, pues todas las grandes naciones estables eran bipartidistas de modo cabal, con un turnismo en el poder que compartía visiones de Estado sobre lo esencial, aparcando las insolubles disputas. Sin embargo, hoy parece que no va a ser así y aparecerán representados "nuevos partidos emergentes", a causa del desgaste de los tradicionales. Hay que considerar que en 1978 se pedía simplemente dejar atrás la dictadura y caminar hacia la democracia y libertad; en cambio, en la actualidad hay corrientes de opinión de interés, sobre todo en los más jóvenes, que demandan mayor calidad democrática, transparencia y oportunidades en un país de una precariedad laboral no propia del primer mundo, con casos incesantes y sonados de corrupción, listas cerradas y bloqueadas, un sistema D'Hont poco proporcional e inmovilista; además de contarse con un grado mayor de cultura y formación abierta en la población media, irrupción total y cotidiana de las nuevas tecnologías, que podrían permitir vías más directas y participativas de formación de la voluntad política, etcétera.

En cualquier caso, acudir a las urnas es un acto democrático importante, no el único, a pesar de que no se aborden cuestiones tan vitales para nuestra supervivencia colectiva como el invierno demográfico o la ingente deuda española, y de que en muchas ocasiones da la sensación de que se trata tan sólo de un teatro de cambio de cromos y escaños.