En la resaca de unas elecciones electorales suelen ocurrir dos cosas: los ganadores presumen y los perdedores no dejan de estrujar los resultados hasta que no encuentran un clavo ardiendo al que agarrarse. Ayer en Oviedo, sorpresa, no sucedió ninguna de las dos cosas: ni el ganador presumió ni el perdedor encontró un dato al que agarrarse. O lo que es lo mismo: ni el PP salió a decir abiertamente "aquí estoy yo y esta victoria es mía" ni IU encontró esa vuelta de tuerca estadística para convencerse de que no todo fue tan malo como pareció o, mejor escrito, de que no todo pareció tan malo como realmente fue.

El ganador sin discusión fue PP-Foro, que barrió con 45.571 votos, 20.000 más que Podemos, consolidada como segunda fuerza política. La coalición conservadora tenía motivos para estar doblemente feliz: su resultado superó en más de 4.000 votos la suma de estas dos fuerzas en las municipales de mayo y en casi 10.000 si tenemos en cuenta los resultados de esos comicios a nivel autonómico.

Con semejante goleada uno esperaba que alguien con peso en la derecha de la capital se perfumara y saliera al ruedo a descorchar el champán, y como eso no pasó las miradas se volvieron inevitablemente hacia su líder: Agustín Iglesias Caunedo.

El exalcalde mantuvo ayer un silencio que incomodó a muchos en su partido. Hubo quien no entendió que el líder del PP en la ciudad dejara pasar la oportunidad de reivindicar un resultado que arrojó conclusiones tan arrolladoras como que, por ejemplo, con los datos del domingo, al tripartito local formado por Somos, PSOE e IU (43,49% del voto) no le alcanzaría para gobernar la ciudad, superado como quedaría por la alianza PP y Ciudadanos, que sumaría el 52,55% del voto. Con mucha menos munición los populares han disparado durante estos meses al tripartito.

Caunedo prefirió mantenerse públicamente al margen del éxito con el beneplácito de alguno de sus asesores y del pequeño grupo de concejales afines, que dicen que es con quienes desde hace tiempo ha hecho piña. Alguno de ellos ya le acompañó el domingo en la sede de Manuel Pedregal, donde permaneció todo el día mientras sus compañeros de partido a nivel regional, con la presidenta Mercedes Fernández a la cabeza, celebraban el éxito en un hotel a 500 metros.

Hubo también en el PP quien justificó su decisión por su situación, a la espera de una próxima declaración judicial, o porque "son elecciones en las que él no comparecía". El caso es que, en ausencia también de comunicados públicos, fórmulas utilizadas ayer por otros partidos, el balance en el PP local lo hizo otra vez el edil Gerardo Antuña: "Hemos demostrado el músculo del PP afrontando campañas electorales. Ha quedado muy claro que el tripartito no tiene el respaldo ciudadano en Oviedo", dijo.

El que sí presumió, era de esperar, fue Somos, la marca blanca de Podemos en Oviedo, que consiguió 25.235 votos, 5.000 más que en mayo. "Continúa la tendencia hacia el fin del bipartidismo y de las viejas maneras de gobernar", explicaron en un escrito firmado por la líder Ana Taboada, y el edil Rubén Rosón.

En el PSOE, que obtuvo en la ciudad 22.994 sufragios, pusieron el acento en los 3.700 votos ganados respecto a mayo. En un comunicado, aseguraron que la ciudadanía "vuelve a respaldar al PSOE" pero admiten que los resultados "distan mucho de dejarnos satisfechos".

Luis Pacho, líder de Ciudadanos, que subió de 9.000 a 22.000 votos en siete meses, se felicitó por el "trabajo bien hecho tanto en el Ayuntamiento como en la Junta" y destacó también el "tirón" de Albert Rivera.

IU, por su parte, asumió el "duro golpe" al prolongar su caída hasta los 8.368 votos". Su coordinador en Oviedo, Alejandro Suárez, que criticó la ley electoral que "dejó sin apenas representación a un millón de personas, confió en "recomponerse" porque "hay una base suficiente como para repensar el proyecto político".