Oviedo, Andrés MONTES

A Mariano Rajoy Pedro Sánchez le reprochó anoche que fuera previsible, lo que fue constatación de una evidencia aunque exenta de autocrítica. Fue previsible en la corbata azul, en el "cuando llegué..." del comienzo, en el "gobernar no es fácil", con el que dejó constancia de que él era el único de los cuatro que tiene esa experiencia, algo conveniente porque "al Gobierno se llega aprendido". Fue previsible en defender que gobierne el más votado y en reiterar la gran coalición como salida a la insuficiencia de escaños. El viejo opositor a registrador de la propiedad dejó la impresión ayer de que llevaba el debate menos preparado que el resto, pero se fortaleció en todos contra él y aprovechó las continuas invectivas entre Sánchez e Iglesias para postularse por encima de las riñas de gatos. Al líder del PSOE, con el que fue más combativo, le devolvió la invectiva de diciembre sobre su cuestionable decencia con un "usted sería un pésimo presidente". Y cuando llegó el punto caliente de la corrupción atribuyó el énfasis de sus rivales en asunto tan crítico a su "mentalidad inquisitorial".