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Acto central del PSOE en Asturias

El sonido de los abanicos

Mientras sus compañeros ahondan en el dramatismo de los votos, Sánchez es capaz de modular, con la que está cayendo

El abanico de campaña fue ayer el objeto estrella del mitin de Pedro Sánchez en La Corredoria. Cuando la candidata asturiana Adriana Lastra reconoció estar rodeada de "mucho calor socialista" aludía a una metáfora -calidez de camaradas, con perdón- pero también al bochorno en la caja negra del polideportivo donde el líder de este PSOE asediado apeló al pedigrí de unas siglas para sacar adelante una "especie de plebiscito" en el que se ha convertido el 26-J.

Quinientos abanicos de cartulina suenan cuando son movidos a la vez. Es como un amorfo ruido de fondo, imperceptible cuando los políticos se desgañitan (Javier Fernández parece no tener límite en este sentido), pero que se deja sentir durante esos mínimos silencios retóricos en el escenario. El público agita el abanico pero, a la vez, calla como si estuviera en misa.

Abanico con el "sí" en el anverso y el logo en el reverso. El "sí" luce blanco sobre prado y amapolas, paisaje bucólico lejos del oscuro agujero que conduce al infierno de Dante, apelado por el lector Javier Fernández en su discurso: "Perded toda esperanza", aconsejó el presidente asturiano a los demás partidos políticos.

Fuera sonaban los pitos, gaitas y cencerros de un grupo de colectivos variopintos que reclamaban institutos, transporte escolar, freno a la reducción de aulas, recolocación en el Reconquista y resurrección de la Dependencia. El cuadro, bajo unos nubarrones amenazantes, presidido por un bombero crucificado parecía recordar a El Bosco, ahora que está tan de moda.

"Esta vez vamos de tapaos", soltó un maduro socialista a otro de su misma quinta cuando se encontraron en el atiborrado patio de butacas. El "zombi" Sánchez, como lo calificó ayer mismo un portavoz popular con escaso sentido de la elegancia, es también el "tapao" Sánchez, al que las encuestas quieren poco pero tiene detrás cuatro letras con 140 años de historia, que se dice pronto. Y mientras sus compañeros de partido construyen un mensaje de SOS y "no pasarán", Sánchez modula, ironiza y desdramatiza, con la que está cayendo. Es la diferencia entre agitar el abanico para no morirse por falta de oxígeno, o moverlo con ánimo de atracción y guiño cómplice.

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