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Profesor titular de Filosofía del Derecho

Sorpasso all'italiana

Adelantamientos razonados o imprudentes con resultados distintos

Vittorio Gassman y Jean Louis Trintignant en "Il Sorpasso".

En Italia existen dos sorpassi tópicos: uno político y el otro cinematográfico. El primero ha convertido una palabra italiana en un término últimamente archiconocido en España, a raíz del posible adelantamiento de la coalición Podemos-IU no al PSOE sino al PP, es decir, para ganar las elecciones del 26J.

Ya mucho se ha dicho y escrito sobre la filiación del vocablo: antes de las elecciones generales de 1976 se respiraba en Italia un clima de sorpasso por parte del PCI (Partido Comunista Italiano) a la DC (Democracia Cristiana). Hasta el punto de que los sondeos realizados en la vigilia preveían la victoria comunista (como muestra, el de l'Espresso: 34,5% al PCI, 27,6% a la DC). La tarde del escrutinio, incluso el presentador del programa especial de la RAI anunció el sorpasso pero se había equivocado, pues ciertamente el PCI alcanzó su máximo histórico (34,4 %), sin embargo, la DC llegó al 38,7%.

En realidad, el PCI estuvo mucho más cerca de ser el partido más votado en 1975, en las elecciones amministrative (municipales y autonómicas: 35,2 % a la DC, 33,4 % al PCI) y el anhelado adelantamiento se consumó, y se consumió por efímero, en las elecciones europeas de 1984 (33,32 % al PCI, 33,02 % a la DC), justo después de la muerte de Enrico Berlinguer, quien había llevado al Partido a pisar los talones democristianos.

El otro sorpasso se refiere a la homónima película de 1962, de Dino Risi. Una road movie avant la lettre, en la que el propio Dennis Hopper dijo haberse inspirado para Easy Rider. Un quince de agosto, en una Roma desierta Bruno (Vittorio Gassman), histriónico fanfarrón romano y su inseparable Lancia Aurelia sport recogen a un introvertido desconocido llamado Roberto (Jean-Louis Trintignant) para llevarlo a un viaje, por la costa de Lacio y Toscana, que resultará ser al mismo tiempo iniciático (porque al final el tímido estudiante acabará seducido por la brisa de los alocados adelantamientos) y trágico (porque en ese mismo momento se convertirá en víctima mortal del último irresponsable sorpasso automovilístico de Bruno que, en cambio, sale ileso).

Los dos sorpassi no tienen nada que ver entre sí salvo por una casual asonancia.

El primero indicaba la ruta hacia el "estrellato" de la vía eurocomunista (la realización socialista en el ámbito de las sociedades democráticas occidentales), propugnada con lucidez e independencia por Berlinguer pese a las reticencias de quienes miraban con recelo la quiebra de la alineación con el gran valedor soviético.

Una postura que obviamente contará con la feroz oposición de las Brigadas Rojas, para las cuales que el poder siga en manos de la DC o recaiga en el PCI no cambiará el orden establecido por las multinacionales. De hecho, en 1975, año del casi sorpasso, comienza una fase misteriosa de las nuevas BR, a la par que nace el famoso "Plan de renacimiento democrático" de la Logia masónica P2? Tiene su explicación: un espectro merodeaba por Europa.

El segundo sorpasso, por su parte, es una metáfora de cómo puede acabar "estrellado" el prudente y recatado hombre moderno de comienzos de los sesenta si no sabe cabalgar con juicio al tigre consumista del "milagro económico" italiano.

No sale mucho mejor parado el encantador bravucón romano, personaje ambivalente ajeno a la redención moral, quizá hasta el trágico final, pero no exento de una sensibilidad social propia (yo me muevo en trolebús todos los días, le dice al industrial del norte de mediana edad que quiere casarse con su hija adolescente; si uno es honesto no debe avergonzarse por ello, le consuela el otro. Pues mire, los trolebús están llenos de gente honrada, le contesta resignado Bruno).

La ironía desencantada de Risi transmite así una sensación de derrota moral que impide interpretar ese sorpasso como una meta.

Por tanto, habrá que ver qué clase de sorpasso puede protagonizar Podemos-IU, el que lleva a las estrellas o el que se estrella, un razonado adelantamiento por la izquierda a la manera del perseguido por el PCI, o una arriesgada maniobra imprudente y sin visibilidad como la de la película.

Una cosa es cierta y por eso conviene conocer la historia para no repetirla: en una carretera de doble sentido, al adelantar hay que ser rápido en meterse de nuevo en el carril de marcha para gobernar el coche. Por muy italiano que uno quiera ser.

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