El "venga, joder" de Javier Fernández, alentando a las masas al concluir su intervención en el mitin central de la campaña del PSOE en Asturias, resuena todavía en el Corredoria Arena de Oviedo como sonoro ejemplo del esfuerzo por hacer votar que todos los partidos han emprendido en las dos últimas semanas con desaforada pasión y casi insólita virulencia. Han tratado de enardecer a los suyos cada uno con sus razones distintas, unos a gritos y otros en susurros, pero sin ofrecer una sola razón de peso para confiar en que el panorama después de las elecciones de hoy vaya a ser distinto al que ha conducido al país a repetir las generales por primera vez en la breve historia de su democracia. Después de obligar al país a una ominosa "vuelta al cole", al colegio electoral, los contendientes se han obstinado en movilizar el voto sin siquiera amagar con movimiento alguno que haga confiar en su disposición al acuerdo que el resultado presumiblemente volverá a hacer imprescindible a partir de esta noche.

Los socialistas anduvieron España ocupados en combatir el desánimo que su líder, Pedro Sánchez, observó en voz alta antes del comienzo de la campaña. Han pedido papeletas para evitar el manoseado "sorpasso", entendido como la hegemonía de la izquierda que todas las encuestas atribuyen a la suma electoral entre Podemos e Izquierda Unida, a la única novedad de esta campaña repetida, a esa marca Unidos Podemos que ha visto carne en la oportunidad de apartar al PSOE por vez primera en la joven democracia española de las dos primeras opciones favoritas de los electores. El "sorpasso" es la gran incógnita de unos comicios de resultado previsiblemente ajustado en cuanto al reparto de escaños y absolutamente incierto, otra vez, en lo relativo a la formación de un gobierno. La campaña, de momento, no ha resuelto ninguna duda. Ha afianzado el blindaje de todas las posturas y esta noche vuelve a escena la tecla de la suma en la calculadora de los pactos.

Seguro que al elector la música le suena. El PSOE repite que no al cortejo de la "gran coalición" y que no a Unidos Podemos para el "gobierno del cambio" al modo de Pablo Iglesias. Dice sí a una salida del atasco que venga de la mano de un PSOE más fuerte que en diciembre y lo hace levantando la voz a sus masas porque sabe que no se puede permitir, y nadie tanto como Pedro Sánchez, empeorar el peor resultado de su historia. Y mientras Unidos Podemos persevera en mandar la pelota al tejado socialista en la confianza de un "sorpasso" que postularía a Iglesias como candidato a presidente, el resto es todo lo mismo. Los populares, ganadores de diciembre y de las encuestas, han pedido votos para comer espacio a Ciudadanos y Ciudadanos para comérselo al PP y poder presentar la única alternativa, dicen, capaz de sentar a la mesa a comensales de paladares distintos. Todos igual de lejos que el 21 de diciembre, todos contra todos con la única posibilidad de la reedición de un pacto entre PSOE y Ciudadanos que no sumaba hace seis meses ni da mayoría estable en las encuestas de junio. Todo esto es el "voto útil" según quien cuente la película.

La respuesta vuelve a estar en las manos de un nutrido grupo de indecisos. Si acierta la encuesta preelectoral del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), son menos que en diciembre, pero todavía capaces de dar la vuelta al marcador de los sondeos. De los cuatro de cada diez que dudaban el 20-D quedan tres en este 26-J, un apreciable treinta por ciento, pero nada hay que pueda servir para despejar las muchísimas incógnitas que vuelven a revolotear sobre las urnas. La solución está en las manos de 34.597.844 españoles. De 982.827 asturianos, 872.218 residentes en España y 110.609 en el extranjero, un 0,2 por ciento menos que en el 20-D y que están llamados a votar en 1.542 mesas instaladas en 614 colegios electorales repartidos por los 78 municipios de la región.

Volver al cole, a examinarse en junio de lo que todos los partidos suspendieron en diciembre, tendrá que servir para ver si la coalición PP-Foro repite victoria en Asturias, como el PP en cinco de las últimas seis convocatorias, con la única excepción de la de 2008. Populares y foristas salen a defender su triunfo de tres diputados frente a los dos de PSOE y Podemos y al escaño único de Ciudadanos. Salen a pertrecharse contra la amenaza, alimentada durante la campaña por Unidos Podemos, de que el tercer asiento del PP-Foro pueda estar en el aire. Es, de los ocho diputados en liza por Asturias, el que habría estado más cerca de cambiar de manos el 20-D si entonces hubieran concurrido juntos IU y Podemos y la coalición de izquierdas ha cerrado la campaña viéndose a apenas unos cientos de votos de ganar los comicios en el Principado y en disposición de abalanzarse sobre el tercer escaño popular.

Las encuestas publicadas con resultados desagregados por territorios mantienen sin embargo intacto el reparto asturiano de escaños, con la incógnita de si en número de votos será segundo el PSOE o la suma estratégica de Podemos e IU. O incluso si Unidos Podemos consigue su otro objetivo, casi simbólico para ellos, de entrar en el Senado, donde la distribución del 20-D da tres asientos para el PP y uno para el PSOE, donde la formación morada ha puesto en el punto de mira el asiento del expresidente del Principado Vicente Álvarez Areces.