Madrid, Efe

El socialista José Bono se convirtió ayer en el primer presidente del Congreso sin mayoría absoluta que ha sido elegido en segunda vuelta y con el menor número de apoyos de la democracia: 170 votos de los 350 diputados de la Cámara. Los diputados nacionalistas, salvo los canarios, negaron su respaldo a un Bono al que le fallaron incluso dos parlamentarios socialistas. En su primer discurso como tercera autoridad del Estado se comprometió a atender a todos por igual, «especialmente a las minorías».

En la primera ronda, en la que se requiere una mayoría absoluta (176 votos), Bono recibió 168 apoyos, uno menos que los diputados del PSOE, mientras que la candidata del PP, Ana Pastor, obtuvo 152, dos menos que escaños populares. En la segunda, ya con mayoría simple, Bono sumó 170 votos, los dos de Coalición Canaria y el líder de IU, Gaspar Llamazares. Las abstenciones y los nulos de los nacionalistas sumaron 29. En consecuencia, dos socialistas le negaron su apoyo en lo que se considera un ajuste de cuentas.

Las sospechas apuntaron a Alfonso Guerra, quien había afirmado que él no hubiera elegido a Bono. Pero a su salida, tras negarse a revelar a quién había apoyado, ironizó añadiendo que es «muy disciplinado» y que hay que darle un voto de confianza a Bono.

La socialista Teresa Cunillera es la vicepresidenta primera de la Mesa, donde estará acompañada por Ana Pastor y Jorge Fernández Díaz, del PP, y por Jordi Jané, de CiU. Ninguno de los cuatro había formado parte de la Mesa anteriormente.

El socialista Javier Barrero es el secretario primero, en tanto que los fallos de 8 votos populares relegaron a Ignacio Gil Lázaro y Celia Villalobos, del PP, a las secretarías tercera y cuarta, por detrás de José Ramón Beloki (PNV). A continuación, los 350 diputados juraron o prometieron sus cargos. Los tres de ERC lo hicieron en catalán y con la fórmula batasuna de «por imperativo legal». Llamazares prometió en nombre de «800.000 votantes de IU».

En su primer discurso, Bono aseguró que asume su cargo con la promesa de atender a todos por igual, especialmente a las minorías, y de ser justo, convencido de que la principal regla es que «nadie es más que nadie». Tras la pedir «indulgencia» a los diputados por los errores que pueda cometer, les advirtió de la necesidad de que cumplan con rigor su deber.

Bono señaló que el primero de sus deberes como presidente es «serlo de todos, cualquiera que haya sido la confianza otorgada», y de atender «con solicitud a todos por igual, especialmente a las minorías». «Nadie es más que nadie» en el Congreso, donde cada uno «tiene el mismo valor que su vecino o adversario», porque el carné de un partido no añade nada a su titular, sino que es «la conducta personal la que honra o deshonra el carné que posee».

«Imitemos a la sociedad a la que representamos, tratemos de igualarla en lo que tiene de tolerante, respetuosa y educada», dijo a los parlamentarios, antes de advertirles de que el tumulto «nunca conduce al progreso», porque la palabra es el mejor camino para progresar y la única vía para dirimir las discrepancias. Bono tuvo palabras de homenaje para el fallecido Gabriel Cisneros, uno de los «padres de la Constitución», y para el diputado socialista Alfonso Guerra, el único que lleva en las Cortes ininterrumpidamente desde 1977, lo que ha levantado sendas ovaciones en la Cámara.

Por la tarde, Bono acudió a la Zarzuela a comunicarle al Rey la constitución de la Cámara, paso que abre los plazos previos a la investidura de Zapatero como presidente del Gobierno.