Madrid

«Vamos a proceder al sorteo por el sistema de insaculación», dijo ayer José Bono en el momento de llamar a votar la investidura de Zapatero. La Cámara estalló en una carcajada que el presidente del Congreso intentó en vano atajar explicando que se trataba de «sacar del saco» el número del primer diputado en votar.

Según el diccionario de la Real Academia, insacular es «poner en un saco, cántaro o urna cédulas o boletas con números o con nombres de personas para sacar una o más por suerte». En segunda acepción significa «introducir votos secretos en una bolsa para proceder después al escrutinio».

Del saco salió la bolita 164, el número de Gaspar Llamazares. El líder de IU logró su minuto de gloria y las risas volvieron a estallar en el hemiciclo.

Bono ha imprimido un nuevo estilo al debate. El presidente agradeció la colaboración de los grupos y el que se hallan contagiado de algo parecido a la «afabilidad, sencillez, bondad y honradez en el carácter y en el comportamiento», definición que da el diccionario de la bonhomía, informa «Efe».

Su manga ancha y gestos como el recuerdo al fallecido diputado del PP Rogelio Baón le han valido reconocimientos como el de Josu Erkoreka, que días atrás le había llamado «cabestro», y hasta de Martínez Pujalte, que decía: «El ganador del debate ha sido Bono, que lo ha hecho "de p..."». También Rosa Díez, alabó su «generosidad» y «gran habilidad».

Sin embargo, la del martes fue una mala jornada para el debut de Bono. Su suegro falleció el lunes en La Coruña y él no pudo acompañar a su esposa en el entierro. Se empeñó en dirigir el debate con las «mejores intenciones», aunque «quizá no es el mejor día de mi vida». Con gesto alicaído, Bono dio «barra libre» a los portavoces.

Otra curiosidad fue el debate entre Zapatero y Rosa Díez, con José Bono de árbitro, con lo que sólo faltaba Matilde Fernández para reeditar la imagen de los cuatro que se jugaron la secretaría general del PSOE.