Madrid / Oviedo, Agencias

Las críticas de la presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre, calificando de «error» la orden dada por Mariano Rajoy a los gobiernos regionales del PP para abstenerse en vez de votar contra el nuevo modelo de financiación autonómica ha provocado «enfado» en miembros de la directiva popular.

Aguirre aseguró ayer en una entrevista que la orden de abstenerse fue un «error» y que «en coherencia» «el PP debería haber votado en contra (...) simplemente por lo que dijo Rajoy: que el modelo era una chapuza, insolidario, injusto y perjudicial para los españoles». «Desde Génova se ha dado la instrucción de abstenernos, y yo lo he aceptado por disciplina de partido», apuntó la presidenta de Madrid, quien subrayó que «habrá que preguntar» al vicesecretario Javier Arenas «por qué se ha hecho así».

Fuentes de la dirección del PP respondieron ayer que las declaraciones de la presidenta madrileña son «inexplicables» y han provocado «enfado» en Génova. «La inmensa mayoría de los dirigentes del partido sostienen polémicas públicas con el PSOE y sus dirigentes, pero nunca con compañeros del partido», como ha hecho Aguirre en este caso. Las fuentes recuerdan a la líder madrileña que la abstención se decidió en dos reuniones con los consejeros de Hacienda de las comunidades del PP.

Para la dirección popular era importante mantener la unidad de mensaje y en la abstención coincidía la mayoría de los gobiernos regionales del PP. Las fuentes argumentaron que la postura de Aguirre es todavía más inexplicable cuando en varias ocasiones ha elogiado la propuesta de financiación del mismísimo Zapatero, «si bien es cierto que el Presidente ha intentado engañar a Madrid y a varias comunidades más».

Convencida de que más gente piensa como ella, Aguirre llegó a confesar que estaba decidida a votar en contra, pero que aceptó «disciplinadamente» lo ordenado por su partido y que, por lo tanto, no se la puede «acusar de deslealtad».

Esperanza Aguirre aseguró que la abstención no significa «en absoluto» «un cheque en blanco» al Gobierno, porque «los fondos para garantizar los servicios públicos esenciales son mucho más serios que lo que pretenden algunos nacionalistas catalanes, que dicen que es un paso para independizarse de España, o lo que pretende Zapatero, que es buscar apoyos parlamentarios».

A juicio de la presidenta madrileña, el nuevo modelo de financiación es «injusto, insolidario y regresivo», y le parece «chocante» que se les acuse de «catalanofobia». Aguirre explicó que su comunidad se va a quedar por debajo de la media, a pesar de que aporta 5.000 millones para otras regiones.

Para Aguirre, Zapatero ha hecho el nuevo modelo pensando en sus intereses y se han utilizado las estadísticas «para perjudicar a Madrid e impedir que baje los impuestos». «Mientras a otras regiones se las ha favorecido, en nuestro caso se ha tocado el modelo para perjudicarnos y eso es muy grave», agregó. Zapatero «está obsesionado con ganar como sea en Madrid y como no puede hacerlo en las urnas» les pretende «asfixiar financieramente», dijo.

Por su parte, la vicepresidenta Elena Salgado afirmó que el nuevo modelo va a costar más dinero, pero no va a generar más déficit, ya que, según explicó, los números rojos que tendrá de más el Estado lo tendrán de menos las comunidades. Añadió que el acuerdo «ha cambiado el ambiente político» y defendió que Cataluña ha hecho un «ejercicio de solidaridad». El presidente Montilla fue más allá: «España ha corregido una injusticia con Cataluña y ha saldado una deuda histórica», dijo.