Madrid/Oviedo, Agencias/F. G.

El magistrado del Tribunal Supremo Luciano Varela decidió ayer dar curso a la recusación presentada por Baltasar Garzón para apartarle como instructor de la causa abierta por investigar los crímenes del franquismo. Además, el juez de la Audiencia Nacional ha pedido a la Sala de lo Penal que expulse al colectivo ultraderechista Manos Limpias del proceso, una solicitud que, de ser aceptada, provocaría el archivo del caso, ya que no quedaría ninguna parte que le acuse.

Varela se aparta así provisionalmente de la causa mientras se resuelve esta cuestión. Ahora la Sala de lo Penal deberá nombrar al magistrado que le sustituya como instructor de la querella, así como a otro que se encargue de tramitar la recusación. Al menos durante un mes se paraliza el camino hacia el banquillo de Garzón, quien podrá seguir en la Audiencia porque el retraso afectará también la suspensión sobre la que el Consejo General del Poder Judicial debe pronunciarse.

Por lo pronto Varela ya ha dado tres días a las partes para que manifiesten si se adhieren o se oponen a su recusación. Tras el ese plazo, será el propio instructor quien elaborará su informe, en el que puede aceptar las razones del imputado o bien oponerse a ellas. Al día siguiente, la causa pasará al magistrado que sustituya a Varela, un cambio que se realizará la próxima semana.

No podrán ser nombrados instructores ni de la causa ni del expediente de recusación los magistrados que admitieron a trámite las querellas contra Garzón por investigar los crímenes del franquismo, lo que afecta al presidente de la Sala de lo Penal, Juan Saavedra, y los magistrados Adolfo Prego, Juan Ramón Berdugo, Joaquín Giménez y Francisco Monterde, según informa «Efe».

Si acepta como cierta la recusación, Varela quedará definitivamente apartado de la causa. En caso contrario el instructor del incidente deberá decidir primero si tramita la recusación presentada por Garzón y ordenar antes de diez días las pruebas que considere necesarias.

Acto seguido remitirá lo actuado al pleno de la Sala de lo Penal, donde trece de los quince magistrados que lo integran, ya que quedan excluidos tanto Varela como el que sea designado instructor de la recusación, examinarán la propuesta de este último y decidirá si existen razones para apartar definitivamente a Varela del procedimiento. Antes de tomar una decisión definitiva, la Sala volverá a consultar a la fiscalía, que dispondrá de tres días para pronunciarse. Agotado ese plazo, el pleno decidirá en los cinco días siguientes y contra dicha resolución no cabrá recurso.

Aunque la ley deja muy claro que la recusación suspenderá el curso del pleito hasta que se decida sobre ese incidente, el sustituto de Varela podrá ir resolviendo asuntos pendientes como el recurso de Falange o la petición de nulidad de los escritos de acusación planteada por Garzón. Lo habitual es que se limite a las cuestiones más urgentes, evitando decidir sobre las trascendentales como la apertura de juicio oral. La resolución del incidente de recusación presentado por Garzón contra Varela se alargará como mínimo tres semanas.

Baltasar Garzón presentó ayer otro recurso en el que pide al Supremo que expulse a Manos Limpias de la causa y se anulen los escritos de acusación corregidos de este colectivo ultraderechista que pide para el juez 20 años de inhabilitación. El imputado denuncia que «los dos primeros son un plagio» y «el tercero un dictado del instructor». Añade además que Manos Limpias cumplió el requerimiento del instructor de excluir las dos terceras partes del documento inicial, con lo que «suprimió buena parte del plagio, pero no lo eliminó en modo alguno».

La recusación reproduce los argumentos en los que se apoya su recurso de nulidad para archivar la causa. Garzón considera que los requerimientos de Varela a Manos Limpias y Falange para corregir sus escritos prueban el «interés indirecto» del instructor en el procedimiento y su «parcialidad». Garzón atribuye a Varela una «labor de asesoría o consejo jurídico» que le convirtió «en una especie de director o controlador de las acusaciones, perdiendo su posición imparcial de árbitro».