Oviedo, F. G. / Agencias

El número uno de ETA, detenido ayer en Francia, Mikel Kabikoitz Carrera Sarobe, está considerado uno de los duros de la banda y las investigaciones de la Guardia Civil lo involucran desde el pasado mes de febrero en el asesinato del cabo langreano Juan Carlos Beiro Montes, quien murió en septiembre de 2002 en un atentado en Navarra.

Beiro cayó asesinado el 24 de septiembre de 2002, cerca de Leiza, mediante una trampa bomba accionada a distancia tras acudir a retirar una pancarta junto a otros cuatro compañeros que resultaron heridos. Carrera, de 37 años, huyó en 2003. A partir de entonces, las fuerzas de seguridad lo relacionan con cinco asesinatos, entre ellos el del dirigente aragonés del PP Manuel Giménez Abad (2001) y el de dos policías en Sangüesa (Navarra) en 2003.

Tras la detención el pasado marzo de Ibon Gogeascoetxea, Carrera Sarobe se encargaba del aparato militar de ETA. Inmediatamente, pasó a ser considerado el número uno de la cúpula terrorista, que integraba junto a Eneko Gogeascoetxea -hermano de Ibon, detenido en marzo-, el veterano José Luis Eciolaza Galán («Dienteputo») e Iratxe Sorzabal y Mikel Oroz. Este último, experto en explosivos, podría convertirse ahora en el nuevo hombre fuerte de ETA.

Carrera pertenecía al sector duro de la cúpula etarra y fue un fiel aliado de Txeroki. De origen navarro, se crió en el pueblo riojano de Alfaro y regresó a la comunidad foral para comenzar sus estudios de Ingeniería. Su tío fue condenado en el proceso de Burgos de 1970 y su madre, profesora, fue en la lista de Pernando Barrena en las elecciones al Parlamento navarro de 2007.

El hasta ayer número uno de ETA estuvo al frente de una empresa llamada Fabricados Gurpegui que se dedicaba a troquelados y herramientas, que terminó abandonando con un impago de 200.000 euros a la Seguridad Social. Carrera Sarobe fue quien expulsó a los negociadores de la tregua, a la que era contrario. Estaba enfrentado a López Peña, alias «Thierry», a quien consideraba un «Maquiavelo de taberna».

Como sus antecesores, Carrera tenía la costumbre de despedir a sus integrantes al cruzar la frontera, donde les transmitía las últimas órdenes, además de entregarles las armas y el dinero. Por ejemplo, fue él quien también envió en agosto de 2009 al etarra Ibai Beobide, detenido en febrero de 2010, para coordinar varias células de la banda en Vizcaya y Guipúzcoa.