Iñaki Urdangarín y su socio Diego Torres acabaron como el rosario de la aurora después de una provechosa colaboración en torno al Instituto Nóos. Las disputas monetarias abrieron una brecha insalvable entre el duque de Palma y el académico. El empresario de la comunicación Miguel Zorio trabajó para ambos en Valencia, colaboró con ellos en la organización de eventos sufragados con fondos públicos y fue testigo del «divorcio».

Zorio relató a la Policía las confidencias que le hizo un dolido Urdangarín a finales de 2008. «Me dijo que habían discutido. A partir de ese momento sólo tuve relación con él», explica. Un día el empresario recibió una llamada del duque. «Me comentó que había analizado las cuenta del Instituto Nóos y que había detectado que Diego Torres le estaba robando». Previamente, el ex profesor de Esade le había confesado una versión distinta. Este se quejaba de que el yerno del Rey «no trabajaba» y «habían tenido problemas con el reparto de beneficios».

El final tumultuoso no se corresponde con la amistad que trabaron durante casi una década. Esta camaradería propició que Urdangarín y la Infanta Cristina le entregaran 400.000 euros al ex profesor en 2004, sin que coste una devolución. En uno de los folios incautados a Torres aparece escrito a mano: «Dinero B, tengo en caja fuerte».

Urdangarín alargó la relación con Torres y la trama societaria más tiempo de lo debido, desoyendo supuestamente las advertencias de su suegro. La Casa del Rey le recomendó desligarse de Nóos cuando el escándalo saltó al Parlament balear.

Un asesor jurídico de don Juan Carlos obligó al esposo de la Infanta Cristina a abandonar su actividad privada antes de trasladarse a Estados Unidos. La documentación recopilada por la Policía confirma la resistencia de Urdangarín a romper los vínculos empresariales, pese a que formalmente lo hace en junio de 2006. Su nombre en iniciales o abreviaturas aparece en papeles manuscritos posteriores a esa fecha relacionados con cobros recibidos.

Un informe de la Agencia Tributaria detalla los movimientos en el Nóos hasta hace casi dos años. En 2008 esta entidad tiene dos cuentas, una imposición a plazo cuyos autorizados son Torres y Urdangarín, abierta en 2007, y una cuenta corriente con el profesor como único autorizado. En 2010 la inmobiliaria Aizoon, S. L., del duquey su esposa, y que había sido esencial en el supuesto desvío de fondos, aún mantenía «un elevado nivel de remuneraciones a los trabajadores», advierte la Agencia Tributaria.

El supuesto montaje para absorber fondos públicos se había dilatado así cerca de seis años, desde que en 2003 Urdangarín descolla como administrador del Nóos. La única finalidad de esta entidad, sostiene la Fiscalía Anticorrupción, era guardar las apariencias.

Bajo este paraguas filantrópico «se fijaban unos precios totalmente desproporcionados por los servicios que prestaba a la Administración Pública, y tras recibir los fondos, se simulaba por parte de dicha entidad la contratación de servicios ficticios a entidades mercantiles por un importe superior al servicio prestado». Para ello se creó una red societaria donde figuraba un número muy reducido de personas: Iñaki Urdangarín, Diego Torres, la esposa de este último, Ana María Tejeiro, y dos hermanos de ella, Miguel Tejeiro y Marcos Tejeiro. «Un círculo cerrado de toma de decisiones», afirma la Fiscalía Anticorrupción en una de sus diligencias.