Mariano Rajoy se presenta en Sevilla como presidente de un partido que prácticamente monopoliza el poder en todas las administraciones y que puede completar si asalta el Gobierno de Andalucía el próximo 25 de marzo, como las encuestas predicen, o incluso en Asturias, donde el exdirigente popular y ahora líder del Foro y presidente del Principado también ha convocado elecciones.

En esta situación no es de extrañar que el Congreso Nacional, que se celebrara los días 17, 18 y 19, con la presencia de 3.172 compromisarios, 2.550 elegidos y 622 natos, se presente como un congreso de consolidación del proyecto político del PP, en el que los debates se centraran en las ideas y las soluciones a la crisis. y no .en los nombres y apellidos, según la secretaria general, María Dolores de Cospedal y el vicesecretario general de Política Regional y Local y presidente y candidato del PP en Andalucía, Javier Arenas. La número dos del PP resalta la trascendencia del conclave ya que, señala, nunca antes ningún partido había tenido tanta responsabilidad en las administraciones públicas como tiene su formación.

Pero para llegar a esta idílica situación interna -no así la situación política general, en la que la crisis todo lo arrasa-, Rajoy ha tenido que superar la travesía del desierto que comenzó en Valencia los días 20 a 22 de junio de 2008, cuando salió elegido presidente del PP con el respaldo de un 84,4% de los votos, el porcentaje más bajo de los obtenidos por un presidente del PP y 14 puntos menos de los que el mismo había obtenido cuatro años antes.

Además, tiene el dudoso honor de tener el record de votos en blanco, un 15,75%. Tras su derrota electoral, en marzo de 2008, Rajoy ya comenzó a soltar lastre de algunos dirigentes que, al igual que el mismo, procedían de la anterior dirección de Jose María Aznar. El exministro, Eduardo Zaplana, que había ejercido de portavoz de 2004 a 2008 fue el primero en retirarse para según dijo, facilitar la renovación. Rajoy aprovecho para situar en el puesto a la hoy su mano derecha en el Gobierno, la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. Zaplana renunciaría también a su escaño poco después para pasar la empresa privada.

El exministro del Interior y secretario general del PP, Angel Acebes, fue el siguiente en .abandonar al anunciar antes del congreso que no repetiría en la dirección y su cargo fue ocupado por María Dolores de Cospedal, la primera mujer que accedía al número dos del partido. De Cospedal es hoy también presidenta de Castilla-La Mancha y aunque se había especulado que podría dejar la Secretaria General por incompatibilidad, ella misma ha confirmado que seguirá en el cargo.

Otros dirigentes del entorno muy cercano a Acebes siguieron el mismo camino. Asi, Ignacio Astarloa, secretario de Libertades Públicas Seguridad y Justicia también dejo sus responsabilidades para seguir de diputado de base. Su puesto lo ocupo el exministro Federico Trillo, que actualmente está a la espera de destino como embajador en Londres y no a Washington, como Rajoy le había prometidos tras quedar fuera del Gobierno.

Pero fue sobre todo el abandono de la presidenta del PP vasco, María San Gil, lo que provoco la principal crisis del congreso de Valencia. Rajoy se presentaba a la reelección como presidente como único candidato, tras las fallidas candidaturas del exministro y diputado por Castello, Juan Costa, y de la presidenta madrileña, Esperanza Aguirre, también presidenta del PP madrileño.

El presidente popular llegaba a la cita de Valencia arropado por su corte de marianistas entre ellos todos los barones regionales, menos las citadas Aguirre y San Gil, y un grupo de dirigentes, entre ellos Manuel Fraga, Alberto Ruiz-Gallardón, Pio Garcia-Escudero, Esteban González Pons, Sáenz de Santamaría y Ana Pastor.

En el bando de los críticos se situaban el propio Aznar, Aguirre, Costa, San Gil, Jaime Mayor Oreja, Gabriel Elorriaga, Francisco Álvarez Cascos, Zaplana, Acebes y Gustavo de Aristegui, que quedo fuera de las listas el 20N y que también podría ser nombrado embajador.

Al congreso no asistió San Gil, pero si tuvo una presencia virtual ya que fue recordada con elogios en los discursos, especialmente por parte de Aznar, que también tuvo palabras de agradecimiento para Zaplana y Acebes. San Gil, que llego a ser considerada como símbolo del PP, había preparado la ponencia política junto a Jose Manuel Soria y la líder del PPC, Alicia Sánchez Camacho, pero abandono al observar un giro en la política del partido y ante la .falta de confianza con Rajoy. San Gil también renuncio a volver a ser presidenta del PP vasco.

Pero Rajoy, el hombre del .sentido común. como a él le gusta definirse, saco la guadaña y dejo fuera a todos sus críticos que hoy, excepto Aznar y Aguirre, no tienen peso en el PP o están fuera del partido, incluso, como es el caso de Álvarez Cascos, encabezando otra formación distinta.

Madrid, territorio hostil

Pero al presidente del Gobierno y del PP le queda un reducto, un territorio hostil en el PP de Madrid que .maneja. Aguirre. La presidenta madrileña, imitando a su .amigo. Ruiz-Gallardón manifestó que se sentía como el verso suelto del PP De Valencia salió derrotada, sobre todo porque el presidente popular había premiado a Gallardón, y cuando Rajoy dio a conocer los nombres de su equipo llego a decir que es fácil ser integrador con los del botafumeiro.

Aguirre se la tenía guardada al líder nacional y en estos años la presidenta madrileña en más de una ocasión le ha echado un pulso. Así, se vio en la designación del presidente de Caja Madrid, que al final recayó en el candidato de Génova, Rodrigo Rato, tras la renuncia del candidato de Aguirre, Ignacio González, pero que Aguirre vistió como un .servicio a los madrileños y a los españoles. Y a finales del pasado año la lideresa destituyo a su secretario general, Francisco Granados, que en los últimos meses se había mostrado cercano a la dirección popular. Su sustituto fue Ignacio González, vicepresidente del Gobierno madrileño.