-¿Cree usted que Urdangarín aprovechó su pertenencia a la Familia Real para obtener beneficios?

-¿Aprovechar? Urdangarín es el marido de la Infanta Cristina y de esa condición no puede despojarse. No caben esquizofrenias. Lo que se discute es si su actividad fue o no contraria a la ley y eso sólo lo dirán los Tribunales.

-Un escándalo como éste, ¿afectará a la Monarquía?

-No tiene por qué.

-Están a punto de cumplirse ocho años del 11-M. Usted era el portavoz del Gobierno. ¿Cómo recuerda aquellos momentos?

-Las horas siguientes a los atentados del 11-M estuvieron cargadas de tragedia, de dolor. No es cierto, como algunos dijeron, que se planteara suspender las elecciones. Jamás se habló de eso. Pero en aquellas horas, pararse un minuto a pensar era un lujo que a veces no estaba a tu alcance. Yo desmentí comunicados falsos, noticias que no coincidían con la verdad y tenía la sensación de que muchas cosas se habían conjurado contra un Gobierno que intentó hacerlo lo mejor que supo y pudo en esas horas tremendas.

-¿Es cierto que el sociólogo «de cabecera» de Aznar dijo que si era ETA el PP ganaba las elecciones, pero que si era un atentado islamista las perdía, y que eso lo condicionó todo?

-No sé si Arriola dijo aquella frase. Pero lo que sí le puedo asegurar es que en todo caso eso no influyó nada en nosotros. Lo que nosotros hicimos siempre fue trasladar la opinión que nos transmitían la Policía, la Guardia Civil o el CNI.

-¿Y después de tanto tiempo, tiene alguna duda de que no fuera un atentado de Al Qaeda?

-Pasados los años, me queda alguna duda razonable, no de la autoría, pero sí de la inspiración. No parece que sólo los ejecutores del atentado fueran los que lo diseñaron y organizaron en todos sus extremos. Lo que señalo es que hay lagunas para las que todavía hoy no tenemos respuesta y multitud de actuaciones de difícil comprensión.

-¿Tiene una opinión sobre la situación vivida con la «trama Gürtel» o el «caso de los trajes»?

-Hace casi dos años dije que la situación por la que atravesaba la Comunidad me producía tristeza. Hoy no puedo más que insistir en que ha habido acontecimientos que refuerzan esa manifestación con creces.

-¿Qué sintió el día en que vio a su sucesor al frente de la Generalitat sentado en un banquillo?

-Sólo diré que sentí gran alivio el día en que acabó el juicio. Simplemente, por eso: porque acabó.

-¿Por qué dejó la política?

-Porque la política es para hacer cosas. Pero mi apego a la política como profesión es limitado. Después de más de quince años de estar en el escaparate luchando, lo que más ilusión me hacía no era tener un cargo en el Congreso.