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El S-80, el submarino español que no sabe navegar

Pesa 180 toneladas de más, lo que le impide emerger y obliga a invertir otros 200 millones para alargarlo 7 metros

El S-80 iba a ser el primer submarino de diseño exclusivamente español. Era el proyecto estrella de Navantia y, para muchos expertos, la obra de ingeniería nacional de mayor relevancia en décadas. Aún lo sigue siendo, pero el programa necesita una inyección económica para solucionar sus problemas de sobrepeso que impedirían que una vez sumergido volviese a la superficie. Y esta clase de submarinos destaca por sumergirse rápidamente y también por emerger del mar como si de un misil se tratara.

Mientras en Ferrol hace años que no entran nuevos contratos para construir embarcaciones y los trabajadores salen a la calle para pedir más carga de trabajo, en el astillero que Navantia tiene en Cartagena están construyendo los submarinos más avanzados del mundo. En mayo se paralizó su construcción al conocerse que pesaba más de lo previsto, por lo que tendrá que ser rediseñado. En aquel momento la cifra que se hizo pública fue que el sobrepeso alcanzaba las 75 toneladas. Ahora, Navantia ha reconocido que es de 180. El 8% del total del sumergible.

El retraso en la construcción de los cuatro submarinos previstos va a tener un impacto en el coste del programa, aunque el Ministerio de Defensa asegura: "por el momento no hay intención de ampliar el techo de gasto", que está en 2.136 millones.

Sin embargo, para hacer frente a los costes del rediseño se ha ampliado el techo de prefinanciación del Ministerio de Industria, que hasta la fecha ha pagado 1.316 millones y al que le quedaban pendientes otros 60, aunque este techo se ha ampliado en aproximadamente 800 millones. El próximo año el desembolso será de 208 millones.

Desde que Navantia anunció el nuevo retraso del S-80 en mayo, ingenieros de la firma estadounidense Electric Boat, que cobra 14 millones por el asesoramiento, han trabajado con los técnicos de la Armada y el informe que han realizado ha concluido que el origen del problema está en un "inadecuado control de pesos del submarino". A partir de ahora, un ingeniero de Electric Boat se instalará de forma permanente para servir de enlace entre el equipo en Estados Unidos y los trabajos en el astillero.

Hace meses, un centenar de trabajadores de los astilleros de Navantia en Cartagena se pusieron a pesar a mano todas las piezas del submarino, que mide 71 metros. Miles y miles de tornillos, tuberías, cables y otros componentes pasaron por la báscula. Según los informes, la desviación de peso actual del sumergible es del 8%, lo que se solucionaría alargándolo unos siete metros. El Ministerio de Defensa prevé que el rediseño del nuevo S-80 esté listo a principios del año próximo.

Pero esta solución también va a provocar problemas. El primero de los S-80, que se va a llamar "Isaac Peral", ya está construido al 70% y el segundo ya va por la mitad. En el S-81 y en el S-82, que están al 29% y 19%, respectivamente, habrá que cortar chapa, añadir anillos y volver a soldar. Además, los timones del sumergible tendrán que realizar mayor esfuerzo. Un 10% más del que se preveía al construirlos. Alargar el submarino también hace necesario revisar el sistema de propulsión del sumergible.

Los cuatro submarinos no nucleares de alta tecnología y de última generación son el mayor proyecto del sector militar español. Pero no sólo son el proyecto más costoso, sino que han dañado la imagen internacional de Navantia. Hasta 2029 está previsto que diversos países necesiten un total de 130 nuevos submarinos. Y para Navantia hubiera sido un éxito que se le hubiera encargado fabricar al menos uno de ellos al año.

El programa arrancó a finales de la década de 1990 con un presupuesto de 1.720 millones. Antes del engorde de la nave, el coste ya había aumentado hasta los 2.135. Un 24% más. Cada uno de los submarinos sale actualmente por algo más de 530 millones.

Si no hubiera surgido este problema, el primero de la serie 80 ya debería estar en el agua o a punto de su botadura para continuar con la obra en el interior hasta entregárselo a la Armada a principios de 2015. La nueva fecha de entrega es 2017 e irá de la mano de un notable incremento del ya abultado presupuesto. El objetivo de Defensa era que los cuatro submarinos S-80 entraran en servicio entre 2015 y 2018.

Defensa asegura que sigue "creyendo firmemente en el proyecto" y considera "fundamental que España sea capaz de desarrollar su propia arma submarina, tanto por su importancia estratégica desde el punto de vista de la defensa como por el impacto del proyecto en términos de I+D+i y empleo", además de ofrecer a Navantia "grandes oportunidades de exportación".

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