Montserrat González Fernández, la asesina confesa de la presidenta de la Diputación de León y del PP de la provincia, Isabel Carrasco, admitió ante los investigadores de la Policía que adquirió las dos armas que ella y su hija, Montserrat Triana Martínez González, tenían en su poder a un toxicómano en Gijón.

Según informaron a la agencia "Europa Press" fuentes de la investigación, la adquisición de esas armas tuvo que ser al menos hace más de un año, puesto que es el tiempo que lleva muerto el toxicómano que se las vendió.

Esas dos armas son un revolver de la marca Taurus, con el que fue asesinada la dirigente de los populares, y una pistola del calibre 7.75 milímetros, que fue encontrada por la Policía en el registro realizado en el domicilio de la hija el mismo día del asesinato.

Ambas pistolas poseen una característica en común, como es que tienen el número de referencia borrado, algo habitual en las armas que se adquieren en el mercado negro. Los investigadores policiales se centran ahora en averiguar quién fue el enlace entre la madre y el vendedor de las armas en Gijón.

Además, en el registro del piso de Montserrat Triana Martínez González fue hallado un kilo y medio de marihuana y planos y documentos que podrían confirmar a los investigadores que madre e hija planificaron con antelación el asesinato y que, incluso, podrían haber intentado llevarlo a cabo en varias ocasiones antes de conseguirlo el pasado lunes en una pasarela sobre el río Bernesga que la víctima recorría cada lunes para ir desde su domicilio hasta la sede de los populares leoneses. Ese día iba a acudir a un mitin de Mariano Rajoy en Valladolid.

Traslado

Entre tanto, la Dirección General de la Policía ordenó ayer a primera hora de la mañana el traslado a Gijón del inspector jefe Pablo Antonio Martínez, marido y padre de las dos mujeres acusadas de matar a tiros a la presidenta de la Diputación de León y del Partido Popular de la provincia.

El funcionario, que hasta ahora estaba al frente de la Comisaría del Cuerpo Nacional de Policía de Astorga, vuelve así a una ciudad en la que ya trabajó durante dos décadas. A pesar de que abandonó Gijón en el año 2003, Pablo Antonio Martínez todavía tiene un piso en la calle Marqués de Casa Valdés en donde su familia solía venir a pasar fines de semana.

"La dirección general de la Policía ha aceptado la propuesta porque él mismo quería alejarse de todo lo que ha pasado", señalaban ayer fuentes cercanas a la institución policial.

Pablo Antonio Martínez llegará a la ciudad en apenas unos días y se hará cargo de una sección de la Policía Judicial que estaba vacante, a pesar de que para este puesto desde la Comisaría gijonesa de El Natahoyo ya se había pensado en otro inspector jefe.

Los compañeros de Martínez (conocido entre los funcionarios como Pablín o Pablete) aseguran que recibirán "con los brazos abiertos" a su nuevo jefe. "Esperamos que pueda empezar una nueva vida y que todos le ayuden. Era un compañero muy querido", argumentaban ayer desde la Comisaría de El Natahoyo.