A las 3 de la madrugada de mañana, domingo, día 26, los relojes deberán atrasarse una hora, hasta las 2, de acuerdo con la directiva comunitaria de obligado cumplimiento y que restaurará el horario oficial de invierno.

Este domingo tendrá por tanto 25 horas. El cambio, que se produce dos veces al año, genera un intenso debate sobre sus repercusiones biológicas y económicas. El de otoño se tolera mejor que el de primavera porque nos permite una hora más de sueño. Los desajustes son más importantes en los ancianos y en los niños.

Esta medida comenzó a generalizarse en el mundo desarrollado a partir de 1974, como consecuencia de la primera crisis del petróleo, cuando algunos países decidieron cambiar su hora oficial para aprovecha la luz del sol y consumir menos electricidad. Desde 1981, esta iniciativa pasó a ser una directiva europea, que desde 2002 quedó incorporada al ordenamiento jurídico español.