También en el mundo de Rajoy las cosas cambian, pero siempre trata de que no lo parezca. El presidente del Gobierno se ha reforzado como presidente del PP a la hora de dar la respuesta que sus barones le pedían tras los desfavorables resultados electorales del 24-M.

Y así, para cambiar sin cambiar mucho acabó cambiando a Mariano Rajoy por Mariano Rajoy. El líder popular colocó a su hombre de confianza, Jorge Moragas, actual jefe de Gabinete de Moncloa, como jefe de la campaña electoral que se avecina. Su capataz en las tareas gubernativas tomará desde ahora las riendas de un partido movilizado para dar la batalla en las urnas. Será el nuevo "hombre fuerte". Y eso es porque la anterior "mujer fuerte", María Dolores de Cospedal, la secretaria general, se queda pero se va. Es decir, razonado a la manera marianista, la "número dos" del partido mantiene indemne su cargo, pero su poder se diluye notablemente en virtud de la ampliación del número de vicesecretarías y de la entrada en estos cargos de nuevos nombres con mando en plaza y frescura para exhibirlo.

De todos los elegidos por Rajoy para esta etapa preelectoral comandada por Moragas, y al cabo por el mismo Rajoy, el que brilla con luz propia es Pablo Casado, nuevo vicesecretario de Comunicación. Es la perfecta sonrisa infatigable del PP, el tertuliano inasequible al desaliento en tiempos de tertulias tormentosas, el rostro más amable que los populares jamás podrán encontrar, sin duda, para enfrentarse a los nuevos tiempos de las coletas.

Aunque Rajoy mantiene al incombustible Javier Arenas como vicesecretario, saca al campo a jugar a Fernando Martínez Maíllo en el puesto de vicesecretario territorial. Y efectivamente controlará el territorio. Para ello, este zamorano ya tiene experiencia en estas lides pues ocupa la vicepresidente de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP). Hay dos vicesecretarios más, pero de menos fuste e importancia, aunque también reflejo del impulso renovador. Tienen ese aire fresco y esa juventud que tanto demanda ahora el mercado político: la catalana Andrea Levy, que se encargará de la redacción del programa, y Javier Maroto, que ocupará de la llamada "vicesecretaría sectorial". La entrada de Maroto es la "repesca" del brillante exalcalde de Vitoria, recientemente desalojado por el pacto entre PNV, EH Bildu, Podemos e Irabazi, pese a ser el candidato más votado.

Y ahora queda la segunda parte del partido: un cambio en el gobierno. Ahí Rajoy mantiene el suspense como sólo un gallego sabe hacerlo. Rajoy -que es suspense en estado puro- tiene aún sin responder una de las preguntas que muchos se hacían tras la remodelación de ayer: ¿Y Cospedal, qué? La nueva secretaria general, tan castigada por el "caso Bárcenas" primero y ahora casi vaciada de contenido, podría estar la primera en la lista de espera para ser ministra y ocupar el lugar de Wert, el odiado ministro que a su vez saltaría al puesto como embajador de la OCDE. Y así, Mariano Rajoy habría cerrado su particular círculo. Haciendo sin que parece que hace. O viceversa.