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El fútbol es una manta corta

Una máxima de Di Stéfano para explicar la caída en picado de Podemos

El fútbol es una manta corta

Al paso que va, Podemos corre el riesgo de convertirse en una formación testimonial en las próximas elecciones generales. La encuesta del CIS del pasado julio otorga al partido de Pablo Iglesias una intención de voto del 15,7%, lo que significa una caída de ocho puntos desde enero, cuando, según el mismo indicador, disfrutaba de un 23,9% de apoyos. De seguir así, Iglesias no sólo no podrá cumplir su promesa de asaltar los cielos, sino que se expone a darse un atracón de mísero polvo terrestre.

El punto de inflexión han sido las elecciones autonómicas y municipales de mayo, celebradas un año después de su gran éxito en los comicios al Parlamento europeo. Desde entonces, Podemos ha decepcionado a muchos, pero, sobre todo, a sus propios votantes y, de entre éstos, mayormente, a los más jóvenes. Según el CIS, la caída de apoyo que ha sufrido el partido en este segmento del electorado es casi del 40% desde principios de año.

Dos parecen haber sido las claves de esta pérdida de respaldo: los pactos suscritos con el PSOE tras el 24-M y la imposición de un sistema de primarias concebido para favorecer a Iglesias y a sus afines (Errejón, Bescansa), en detrimento de una limpia confrontación con otros dirigentes.

Los pactos, porque han beneficiado sobre todo a los socialistas, denostados representantes de "la vieja política". Y el sistema de primarias, las ya célebres "listas plancha", porque son el último clavo en el ataúd del foro asambleario que Podemos prometía ser. El salto definitivo de la democracia directa al todopoderoso comité central.

A lo cual habría que añadir el tono desabrido, arrogante y condescendiente con el que Iglesias respondió a la oferta de alianza que le lanzó en julio el candidato de Izquierda Unida (IU), Alberto Garzón, a la que el secretario general de Podemos respondió con un desagradable: "Sois unos cenizos, dejadnos en paz".

Pero eso fue antes de que el sondeo del CIS de julio rebajara todavía más el 16,5% de intención de voto que concedía a Podemos en abril, cuando Ciudadanos se disparaba del 3,1% de enero al 13,8%. Desde el mes pasado, la formación de Iglesias parece habérselo pensado mejor y ya se ha abierto a pactar alianzas preelectorales en otros territorios, además de en Cataluña, Galicia, Valencia y Baleares, aunque sin decir cuáles y rechazando de nuevo un acuerdo de ámbito estatal con IU.

Con carácter general, las razones de la caída en picado de Podemos pueden encontrarse glosadas en una famosa máxima de Di Stéfano. El gran futbolista solía decir que "el fútbol es una manta corta", porque si te vuelcas en el ataque descuidas la defensa, y al revés. A los de Iglesias les ha ocurrido un poco lo mismo, con el agravante de que, en su caso, nunca han definido con claridad cuál es su juego. Corrijo: unas veces era fútbol de ataque, generoso (renta básica universal, reestructuración de la deuda) y otras defensivo, pura especulación (ni de izquierdas ni de derechas: centralidad, transversalidad).

Sin una propuesta (general) concreta y sí muchas (concretas) pero, ay, contradictorias, Podemos quiere jugar a todo, arriesgándose a perderlo todo. Y encima con la sensación, para el votante, de que lo que harían si gobernaran no lo saben, a ciencia cierta, ni ellos. Lo propio de quien "se levanta comunista, come socialdemócrata y se acuesta dando su apoyo a Álvarez-Cascos", como resumió, en afortunada frase, el portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Madrid, Antonio Miguel Carmona.

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