El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, reconoció ayer en la sesión del control en el Congreso que hay un "problema" en Cataluña que se tendrá que resolver "en el futuro", con "diálogo", "finura" y "sin ansiedad", pero reprochó al PSOE su "equidistancia" entre la defensa de la Constitución y la soberanía nacional que abandera el Ejecutivo y las tesis independentistas.

Rajoy respondió en estos términos al líder socialista, Pedro Sánchez, durante un áspero rifirrafe centrado en los comicios catalanes del domingo que podría ser el último que ambos mantienen esta legislatura si finalmente las elecciones generales son convocadas para el 13 de diciembre.

Sánchez había afeado al jefe del Ejecutivo su "inmovilismo" y denunciado su "incapacidad" para resolver los problemas, antes de comprometerse a "reconstruir" la unidad de Cataluña si llega a la Moncloa.

Sánchez criticó que el Gobierno siga sosteniendo tras el 27-S que "nada nuevo ha pasado en España" y que no tenga previsto "hacer nada". A su juicio, España está ante "una encrucijada" y los españoles exigen a su Gobierno "capacidad y voluntad de diálogo", así como reformas "dentro del estricto cumplimiento de la ley". Momento que aprovechó para presentar como "imprescindible" la reforma constitucional en clave federal que defienden los socialistas.

Llegado su turno, Rajoy echó en cara a Sánchez que haya "jugado a la equidistancia" en Cataluña, colocándose entre quienes defienden la Constitución y quienes apuestan por la secesión. Y una vez más le reclamó que concrete su propuesta de reforma constitucional; "si no, vamos a pensar que estamos ante un mero eslogan y que no sabe qué quiere reformar, que es exactamente lo que está ocurriendo", protestó. Después, en los pasillos del Congreso, juzgó "falso" y "profundamente injusto" atribuir al Ejecutivo la decisión del Tribunal Superior catalán de imputar a Mas.