El juez da por probado que los acusados suministraron "de común acuerdo" y "repetidamente" lorazepam a la menor de común acuerdo" y "repetidamente"al menos desde tres meses antes de su fallecimiento y la tesis principal de las acusaciones de que "de común acuerdo" acabaron con la vida de su hija asfixiándola en la casa de Montouto y lo hicieron "sedándola previamente" con un medicamento que contenía lorazepam "para así poder asfixiarla sin que la menor tuviera posibilidad de defenderse".

"Se ha insinuado la participación de Ramiro Cerón y se trató de proponer la prueba sobre los crímenes de Ciudad Lineal", apunta el magistrado, "pero es ilógico", subraya, que un tercero durante meses "haya estado drogando a la menor a la vista" de sus padres o que el día 21, fecha de su muerte, le suministrase la misma sustancia "con la que estaba siendo intoxicada" en los meses previos. "Y todo ello después de las siete de la tarde", añade, para recalcar que "dichas hipótesis son increíbles".

Para el magistrado, el que desde tres meses antes del fallecimiento y hasta el día de su muerte la menor consumiese de "forma repetitiva y continuada" lorazepam "descarta la hipótesis planteada por las defensas acerca de que el hecho delictivo fue cometido por un tercero".

Sobre la adquisición de Orfidal, que Alfonso Basterra justificó con que era para su exesposa, el juez apunta que su versión "contrasta" con la de la propia acusada, que declaró que solo tomaba alguna pastilla "suelta" del fármaco para dormir y que el uso del medicamento se le prescribe a finales de julio.

Para el magistrado, los testimonios de los profesores de la Escuela de Altos Estudios Musicales y de la Academia Play ponen de manifiesto que la niña "tanto el día 22 de julio como los días anteriores, estuvo sedada" bajo los efectos de una medicación que conllevó que "estuviese durmiendo muchas horas, descoordinada y desorientada". El magistrado afirma que esta "preocupante situación de la menor" "contrasta" con la respuesta de los padres en el juicio. Ambos, apunta, declararon que no recordaban "nada significativo" de ese día, no obstante para el juez "del relato de los profesores se desprende que el incidente era más que preocupante y que no solo ocurrió el 22 de julio".

Todos esos episodios que el magistrado tacha de "anormales" entre julio y septiembre se producen cuando la menor, recalca, "estaba bajo el cuidado de sus padres". También destaca cómo cuando la niña estuvo con su madrina o su cuidadora "gozó de una salud magnífica".

Aparte, considera que ambos padres eran "necesariamente conocedores" de los problemas de salud de la niña en los meses previos a su muerte por "convivencia" y porque fueron avisados por los profesores. Y "no solo no llevaron a su hija a un médico", reseña, ni cuando "se repiten los síntomas". "La única respuesta que dieron en el jucio es que ni se acuerdan del incidente", añade el magistrado en su sentencia, lo que le parece "poco creíble y poco coherente con la versión que se ha tratado de ofrecer de unos padres responsables y preocupados por el bienestar de su hija".