Por si el jueves no había quedado claro, ayer lo volvió a confirmar. Marco Tejeiro, el arrepentido contable del instituto Nóos, fue desvelando en un denso interrogatorio las numerosas irregularidades económicas que habrían cometido sus dos antiguos jefes, Diego Torres e Iñaki Urdangarín, esposo de la Infanta Cristina, no solo a título personal, sino a través de sus sociedades particulares.

Tejeiro, que seguirá declarando el martes, confirmó que los dos socios, para apoderarse de los beneficios que generaba Nóos, sociedad sin ánimo de lucro, decidieron repartirse el dinero a partes iguales. Y para ello cargaban facturas, por servicios que no se habían producido, desde sus respectivas empresas particulares al Instituto. La facturación entre las diferentes empresas que formaban el conglomerado de sociedades que crearon los dos socios ascendió a más de ocho millones de euros. Más del 80% de este dinero procedía de fondos públicos.

El fiscal pretende utilizar al arrepentido Tejeiro para desmontar la defensa de Torres y Urdangarín antes de que declaren, ya que ambos han negado que ordenaran falsificar facturas para poder justificar el desvío de fondos.

El excontable confirmó igualmente que la larga lista de empleados, una docena, que habían sido contratados por la empresa Aizoon, que pertenece a la infanta y a su marido, eran ficticios. Es decir, estaban dados de alta en la sociedad, pero no trabajaban ni cobraban. Eran contrataciones que solo buscaban el propósito de obtener beneficios fiscales.

El personal ficticio que aparecía de alta en la seguridad social era muy diverso. Aizoon firmó contratos de servicios, como si trabajaran para la empresa, al personal de la lujosa casa que compró la pareja en Barcelona. También se contrató a una encuestadora, una estudiante y un joven que se dedicaba a hacer recados. Al mismo tiempo figuraba como empleada una mujer con estudios de enfermería que hacía trabajos de búsqueda de información por internet y un analista que estudiaba el estilo de vida de los deportistas, según confirmó Tejeiro, quien también durante un tiempo estuvo dado de alta como empleado de Aizoon.

Aunque formalmente Urdangarín ya no trabajaba para Nóos desde el verano de 2006, no fue hasta el año siguiente cuando vendió sus acciones. El contable confirmó que la venta respondía más a la enemistad surgida entre los socios que a las intenciones del exduque de apartarse de estos proyectos. Torres le compró la mitad de su empresa por 30.000 euros.