A Ernesto Colman le llamaban ‘McDentist’ en alusión al emporio que, como McDonald, creó con la cadena Vitaldent, donde ha demostrado que la salud puede ser un negocio redondo. Antes que él, otros pensaron lo mismo, como el doctor Rosado o el fundador de las prótesis mamarias PIP.

Bien defraudando a Hacienda, timando a los clientes, ofreciendo remedios que finalmente no dan resultado, falsificando medicamentos o realizando tratamientos no homologados, lo cierto es que a lo largo de los años se han detectado innumerables casos en los que se ha aprovechado el deseo de los ciudadanos de sentirse mejor para enriquecerse.

De origen uruguayo, a Colman se le ha visto en un coche policial con gorra y gafas oscuras acompañando a los agentes a registrar la sede social de su negocio, que, al parecer, quería dejar. Quizá lo haría después de su declaración prevista para este miércoles en Valencia acusado de intrusismo.

Una imagen bien distinta a la que ha ofrecido todos estos años, porque las ganancias de la considerada compañía odontológica más grande de Europa -creó la cadena en 1991 y llegó a contar con 438 clínicas-, le permitían tener un avión propio, propiedades de lujo incluso en Manhattan, dicen que hasta un pueblo en Lleida y coches de alta gama.

La salud dental es sin duda un buen negocio. Pero lo puede ser más si, como en este caso, el cobro a los clientes y a las franquicias se hace en metálico para no dejar pistas y se transporta hasta entidades financieras de Suiza y Luxemburgo para luego regresar a España blanqueándolo en inversiones inmobiliarias, por ejemplo. "McDentist" estafaba así a Hacienda y a sus franquiciados. Blanquear dientes para blanquear dinero.

Cristóbal López tenía un negocio más modesto, pero también con los dientes ajenos. Era el responsable de la cadena de clínicas dentales Funnydent y está en la cárcel por supuestamente estafar a miles de clientes, a los que dejó con el tratamiento a medias y pagado en muchos casos tras echar el cierre de sus establecimientos.

Otro caso, el Dental Line, saltó a la prensa en 2009 después de haber cerrado o vendido sus establecimientos en distintos puntos del país -llegó a tener 77 centros en Andalucía, Aragón, Cataluña, Comunidad Valenciana, Galicia, La Rioja, Madrid, Murcia y País Vasco- sin asumir en muchos casos sus obligaciones con sus clientes.

Y con la salud de las personas se ha jugado en España en más de una ocasión con un objetivo: ganar dinero. También con el legítimo deseo de las personas de tener un mejor aspecto físico.

El doctor Rosado, por ejemplo, aprovechó su fama en un programa de televisión para constituir en 1980 junto con otro socio la empresa "Defintiva Depilation Therapy". Prometía a las mujeres la eliminación de por vida del vello no deseado. Al menos 73 mujeres le denunciaron porque después de haber pagado entre 10.000 y 240.000 de las antiguas pesetas, no vieron resultado.

Hasta España llegó el caso de las prótesis mamarias PIP, que tuvieron que ser retiradas del mercado en 2010 después de que las autoridades francesas detectaran que estaban fabricadas con un gel de silicona diferente al exigido y sospecharan que podrían estar vinculadas con algunos casos de cáncer de mama. 80.000 pacientes de todo el mundo estuvieron afectados.

Aunque finalmente se sobreseyó, en 2009 la compañía de cirugía estética Corporación Dermoestética tuvo que dar cuenta de una presunta estafa también por la implantación de prótesis mamarias de inferior calidad y precio de lo que ofrecían.

Complementos alimenticios que contenían pesticidas y que provocaron afectaciones neurológicas a personas que tuvieron que ser ingresadas; prótesis de rodilla, cadera y columna en malas condiciones; o médicos que ejercieron sin la cualificación necesarias son otros ejemplos de cómo hacer negocio a costa de la salud.