Diego Torres abandonó ayer la comodidad con la que hasta ahora había afrontado el interrogatorio en el juicio por el "caso Nóos". Torres entró en un callejón sin salida cuando la abogada de Manos Limpias, Virginia López Negrete, le interrogó sobre una contradicción entre la declaración que hizo ayer y la que realizó sobre el mismo asunto ante el juez Castro. Se trataba de aclarar si la Infanta Cristina estuvo enterada de la decisión por la que su marido, Iñaki Urdangarín, fue obligado a abandonar los negocios de Nóos por indicación del Rey, comunicada a través del abogado José Manuel Romero.

Aunque ya lo había contado varias veces, la letrada quiso que Torres volviera a nombrar las personas que constituían la junta directiva del Instituto Nóos. Confirmó que la formaban Urdangarín, Carlos García Revenga, la Infanta Cristina, Miguel Tejeiro y él. López Negrete aprovechó que había nombrado a la Infanta para preguntarle qué participación había tenido ésta en el instituto. "La participación en lo que supone participar en una junta directiva", dijo.

Era la muestra de que Torres, mientras pudiera, iba a evitar implicar a la esposa de Urdangarín. Y para ello, con habilidad, señaló que quien sí tuvo una participación mucho más activa fue García Revenga, el secretario de las Infantas. "Tenía una labor de supervisión (de la Casa del Rey) y se involucró en algunos proyectos. En el sumario hay muchos correos que así lo demuestran".

Pero la abogada volvió a la Infanta. "¿Cuál era su papel en Nóos?". "Tenía la función de cualquier vocal, sin mayores funciones". Ni una explicación más. La acusación popular volvió a insistir. "¿Era un gancho?". Fue entonces cuando el fiscal Horrach saltó. "Está repitiendo las mismas preguntas para imputarle fraude y malversación". Esta queja de Horrach no convenció al tribunal, que siguió apoyando la línea del interrogatorio de la acusación.

López Negrete pretendía demostrar, a través de Torres, que la Casa del Rey conocía las irregularidades de Urdangarín y que por eso el Rey envió a su abogado para ordenarle a su yerno que se apartara de estos negocios. Torres quiso que quedara claro que la decisión de apartar a Urdangarín no fue cosa de un día. Respondía a muchas reuniones con el conde de Fontao, sobre el que afirmó que era la persona de la Casa del Rey que se encargaba de revisar las decisiones que tomaban "y nunca encontró ninguna irregularidad".

Pero la letrada quería llegar de nuevo a la Infanta. Quería escuchar de boca de Torres si la hermana del Rey también participó en la decisión de que su marido se apartara de Nóos. "¿Fue Cristina de Borbón conocedora de todo?", a lo que Torres contestó que "no puedo saber lo que conoce otra persona". Una contestación muy distinta a la que durante la instrucción dio sobre el asunto al juez Castro, a quien dijo: "Por supuesto".

La abogada quiso que se reflejara esta contradicción. "No voy a elucubrar sobre lo que yo no sé. No voy a suponer nada". López Negrete respondió con otra pregunta. "¿Por qué cambia su declaración?". Aquí se terminaron las respuestas de Torres. "No le voy a contestar más". Aún así la abogada pudo hacerle una última pregunta. "¿Ha hecho un pacto con Urdangarín?". La respuesta de Torres fue un no rotundo.

A partir de ese momento las preguntas de la abogada se quedaron sin respuesta, pero ella quiso que quedaran reflejadas en el acta. López Negrete denunció entonces un acuerdo entre Torres y Urdangarín, para cargar la culpa al asesor fiscal, Miguel Tejeiro (al que no se juzga) y para salvar a la Infanta Cristina.