Tampoco hubo sorpresas al segundo intento. El líder socialista Pedro Sánchez se convirtió ayer en el primer candidato a presidente de Gobierno de la historia de la democracia que no consigue la investidura. Sánchez trató de aligerar ayer las consecuencias de su intento fallido. "Mi único fracaso habría sido rechazar el encargo del Rey", afirmó.

Salvo el cambio de la abstención de Coalición Canaria (CC) por el voto favorable, la votación es un calco de la registrada el miércoles pasado. Sánchez obtuvo 131 votos favorables, los de PSOE y Ciudadanos, y 219 en contra, los de PP, Podemos y los nacionalistas. Con este tanteo, la legislatura recién iniciada entra en punto muerto. Ahora se abren dos meses de incertidumbre, en el que el Rey volverá a las rondas de contactos a la espera de que surja un candidato que se someta a la investidura. Si el 2 de mayo no hay nuevo presidente del Gobierno, los españoles volverán a las urnas el 26 de junio.

La segunda votación de la investidura estuvo precedida por una debate abreviado. Pese al recorte de tiempos, la sesión se desarrolló en una tensión continua que complicó la labor arbitral del presidente de la Cámara. El momento más encrespado se produjo cuando el líder del PP, Mariano Rajoy, a quien Sánchez acusó de corrupción por la "utilización partidista de las instituciones públicas", reprochó al líder socialista que hubiera puesto "las instituciones al servicio de su supervivencia", lo que, a su juicio, es "también una forma de corrupción". Esas palabras finales de su discurso desataron los aplausos en la bancada del PP, con los diputados puestos en pie.

Como contrapartida, el portavoz de Podemos, Pablo Iglesias, dedicó dos minutos de los cinco que tenía asignados a ensalzar los efectos de su beso con el diputado catalán Xavier Domènech en la jornada del miércoles. "Fluye el amor y la pasión en la política española. Pedro, sólo quedamos tú y yo", invitó Iglesias al aspirante a presidir el Gobierno. Iglesias emplazó a Sánchez a una nueva negociación inmediata en busca de lo que llamó "el acuerdo del beso",

El líder de Ciudadanos, Albert Rivera, dejó constancia de nuevo de que todos los puentes entre su partido y el PP están rotos. Rivera pidió a Rajoy que se abstuviera, mientras encaraba a Podemos con los comunistas que en la Transición allanaron el camino de la democracia "sin pedir ministerios a cambio".