La "incertidumbre" política que vive España y la actual situación "difícil y prolongada" puede dejar "heridas en la convivencia social", ha advertido hoy el presidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Blázquez, quien ha trasladado la preocupación de los obispos españoles ante este escenario.

Blázquez reconoce que los "inéditos" resultados electorales hacen "particularmente complicada" la tarea de formar Gobierno y para ello es preciso "un ejercicio de diálogo y generosidad entre los partidos políticos".

Así lo asevera en el discurso inaugural de la CVII Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española (CEE) en el que dedica un capítulo a analizar la actual situación política después de más de tres meses desde las elecciones generales y que lleva por título "En la encrucijada política".

El presidente de los obispos observa que "abundan las descalificaciones personales y los insultos que nunca son razones" y advierte de que la "desacreditación mutua hace imposible una reflexión serena sobre los problemas básicos y las tareas pendientes".

"Con las hipótesis diversas y de hondo calado, nos hallamos como ante una encrucijada", afirma Blázquez, quien pide a los responsables de la gestión de los resultados electorales que prevalezca claramente el bien común sobre los intereses particulares porque "esta situación tan difícil y prolongada puede dejar unas heridas en la convivencia social".

Traslada el temor de los obispos porque, a su juicio, "se han removido hasta los cimientos de nuestra convivencia como pueblo" y advierte de que "cuando esto acontece y tememos que acontezca, vacilamos y nos sentimos desconcertados, mirando al futuro con particular aprensión".

Ante esta situación, Blázquez recuerda algunas realidades que garantizan "mayor estabilidad y una mirada más confiada al futuro" como la Constitución que, a pesar de que reconoce que hay aspectos que deber ser actualizados, no ve razonable ni legítimo poner en cuestión sus líneas fundamentales. "Sin esta casa común quedaríamos a la intemperie", alerta.

También se refiere a la actitud de Europa en la crisis de los refugiados y denuncia como un signo de "miedo y debilidad" el cierre de las fronteras "para defender nuestro nivel económico".

Reclama a los europeos que no hagan "oídos sordos" a la "llamada apremiante y dramática de los refugiados" y critica "los muros levantados" como una actitud egoísta "aunque ésta se revista en las instituciones europeas de un falso aparejo jurídico".

La libertad religiosa ocupa parte del discurso de Blázquez, quien asegura que la Iglesia "no aspira en España a ser privilegiada ni quiere ser preterida", sino que se siente en el derecho de reclamar la libertad religiosa y compartirlo con las demás confesiones cristianas, con otras religiones y con quienes no se reconocen en ninguna religión.

"El Estado es aconfesional, y los ciudadanos seremos lo que creamos conveniente", subraya tras destacar que la aconfesionalidad significa que el Estado no profesa ninguna confesión religiosa para que todos se puedan sentir igualmente libres y respetados.

Estos principios son -a juicio de Blázquez- el marco fundamental de nuestra convivencia como pueblo y sociedad. "Si estos cimientos se conmovieran, nuestra convivencia se volvería insegura".

Y tras referirse a la Unión Europea, la Constitución española, la Declaración de los Derechos Humanos y los acuerdos entre la Santa Sede y el Estado español, considera que una "ruptura" es distinta de una "actualización", y que "en algunos aspectos" una actualización de esos "cimientos" podría ser "oportuna".

Sobre la exhortación apostólica del papa sobre la familia "Amoris Laetitia" ("La alegría en el amor") asegura que no hay cambio de doctrina al rechazar la excomunión a los divorciados vueltos a casar, sino "aliento nuevo, lenguaje nuevo y actitud nueva ante las variadas situaciones, que ya no son plenamente matrimonio cristiano".

En cuanto a los 50 años que cumple la CEE, Blázquez ha aprovechado para "pedir perdón a Dios y disculpa a las personas" por no haber acertado siempre y no haber respondido a lo que de ella se esperaba.

"La comunión y comunicación entre sus miembros puede haberse resentido por personalismos excesivos debilitándose de esta forma el servicio que debía a la Iglesia. Reconocemos nuestros fallos", ha señalado.