La crisis abierta en el bloque soberanista catalán por la decisión de la CUP de no respaldar los Presupuestos de Junts pel Sí (JxS), su teórico socio para la independencia, está erosionando también las relaciones entre los dos partidos del Gobierno de Carles Puigdemont, CDC y ERC, que ayer mostraron abiertamente sus diferencias sobre la cuestión de la consulta unilateral.

La CUP dejó caer el jueves que si Puigdemont no renuncia a convocar y celebrar un referéndum soberanista, aunque el Gobierno de Madrid no lo apruebe, tendrá asegurado el éxito en la moción de confianza a la que se ha obligado a someterse en septiembre tras el fiasco de los Presupuestos.

ERC pidió primero a CDC y a la CUP "unidad de acción" y los emplazó a "enterrar sectarismos y dogmatismos", según dijo el "número dos" de la lista al Congreso, Joan Tardà, en el arranque de la campaña electoral. Pero horas más tarde el propio Tardà y el "numero uno" de la candidatura, Gabriel Rufián, admitieron que "por Esquerra no quedará" la posibilidad de incluir un referéndum unilateral de independencia en el calendario de la secesión, siempre y cuando lo apruebe el Parlament.

No es ésta la posición de CDC. Para empezar, Francesc Homs, "número uno" de la lista convergente, advirtió: "No haríamos nada con hacer un referéndum unilateral si la gente del 'no' lo boicoteara. Su legitimidad sería difícil sostener ante la comunidad internacional".

Más tarde, Puigdemont admitió que, "técnicamente", una consulta unilateral es una posibilidad, pero subrayó que la "opción mayoritaria" en Cataluña es la defensa de un referéndum "a la escocesa".

Entre tanto, el diputado de la CUP Benet Salellas atribuyó el "no" de su formación a los Presupuestos a la negativa de CDC a modificar los impuestos de sucesiones y patrimonio y a subir los tipos del IRPF para gravar a las rentas más altas, propuesta que sí aprobaba ERC.