Los partidos independentistas catalanes perderían la mayoría absoluta que ahora ostentan en el Parlament si se celebraran mañana unas nuevas elecciones autonómicas. Y no lo harían porque CDC y ERC obtuvieran menos escaños de los que actualmente suman como Junts pel Sí (JxS), sino porque la CUP perdería siete de sus diez representantes.

Según un sondeo que ayer publicó "La Vanguardia", elaborado a partir de 800 entrevistas telefónicas realizadas entre los pasados días 13 y 16 de junio, Esquerra cosecharía 33 diputados, dos más que CDC, que lograría 31.

En las elecciones autonómicas del pasado 27 de septiembre, JxS sacó 62 diputados. Y en las anteriores, en 2012, cuando ambos partidos se presentaron por separado ( y CDC aún coaligado con Unió en CiU), los convergentes cosecharon 50 diputados y los republicanos 21.

Según la encuesta del diario barcelonés, Catalunya Sí que es Pot, partido de la órbita de Podemos, ampliaría su representación, pasando de sus actuales 11 diputados a 18, el PSC mantendría los 16 escaños que tiene ahora, Ciudadanos perdería tres y se quedaría con 22 y el PPC subiría uno para sumar 12 actas.

A la vista de estos pronósticos, el bloque independentista que forman JxS y la CUP se quedaría a un escaño de la mayoría absoluta, fijada en 68. Y la misma renta obtendría una hipotética alianza de izquierdas formada por ERC, PSC y Catalunya Sí que es Pot.

El sondeo revela un fuerte castigo a la CUP, un partido que ha entrado en profunda crisis, y en curso de fractura, desde que su dirección se negó a retirar la enmienda a la totalidad al proyecto de Presupuestos presentado por el Gobierno de Carles Puigdemont, tras lo que el mandatario anunció que en septiembre se someterá a una moción de confianza en el Parlament. El pasado viernes, seis miembros del secretariado nacional de la formación anticapitalista dimitieron en protesta por el "aumento de actitudes sectarias y maquiavélicas" en la cúpula del partido. Ayer, dos de los dimisionarios, Roger Castellanos y Tomàs Sayes, denunciaron que la CUP ha dejado de ser "un acelerador y una garantía" del proceso soberanista. "Hemos perdido lo que dijimos que seríamos", lamentaron.