El congreso de refundación de Convergència (CDC) ya empezó el viernes con mal pie. Los afiliados -ahora llamados asociados- prorrumpieron en un alud de críticas a los nombres propuestos para la nueva formación, Més Catalunya o Catalans Convergents, y la votación tuvo que posponerse.

Ayer, el delirio continuaba, pues de los tres nombres que quedaron finalistas después de horas de votaciones eliminatorias -Junts per Catalunya, Partit Nacional Català y Partit Demòcrata Català-, el tercero ya tiene enemigo: Demòcrates de Catalunya, la escisión independentista de Unió -la fuerza que antes formaba tándem con Convergència en CiU-, sopesa presentar una demanda contra CDC si acaba escogiendo Partit Demòcrata Català como nombre de la nueva fuerza.

Sería, además, una guerra intestina, porque Demòcrates de Catalunya se integra en Junts pel Sí (JxS) junto a CDC (la vieja) y ERC. Y podría haber hasta un caso de plagio, porque Junts per Catalunya fue la marca que propuso Demòcrates de Catalunya, antes de las elecciones del 26-J, para ir en coalición con CDC y otras fuerzas independentistas. Entonces, esa opción no gustó nada a los convergentes.

Así las cosas, la vieja Convergència, se llame como al final se llame tras renacer de sus cenizas, hizo ayer mucha autocrítica: para el exalcalde de Barcelona Xavier Trias, los dos nombres propuestos el viernes eran "una tontería". Y aun dijo más: la dirección cometió una "equivocación táctica" al empeñarse en iniciar las obras de la casa por el tejado (el nombre), porque se armó un "follón".

El consejero de Cultura, Santi Vila, lo explicó de otra forma: la dirección de CDC "tropezó" al encargar la búsqueda del nombre a una empresa de diseño, sin contar con la "gente muy inquieta, con muchas ideas" y "con un bagaje muy rico" que hay, sin ir más lejos, dentro del propio espacio convergente.