El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, llamó ayer a la dirección del partido a no buscar una explicación de los resultados del 26-J que pueda ser leída en clave de "facciones y corrientes" y a centrarse en afrontar un futuro que les enfrentará a grandes desafíos, entre ellos conseguir ofrecer soluciones "creíbles".

Así, les emplazó a no detenerse demasiado en el diagnóstico sobre lo que ha podido ocurrir para que perdieran un millón de votos, porque es imposible saber "científicamente" lo que pasó: si fue más determinante la alianza con IU o el diseño de la campaña.

En su opinión, ninguna de estas dos hipótesis "se sostiene demasiado" para entender por qué un millón de personas "se quedaron en su casa" el 26-J. "Al final lo importante no es quién tiene razón en el diagnóstico", es decir, la autocrítica, sino poner en valor los logros de su partido, a pesar de dos años "enormemente difíciles" y de un nivel de ataques "inéditos", tras los que han conseguido cinco millones de votos y 71 diputados.

Para el líder de Podemos, lo fundamental es hablar del futuro, del trabajo parlamentario que deben diseñar intentando evitar el "cretinismo parlamentario" que siempre ha criticado y encarar los enormes riesgos que conlleva dejar de ser una fuerza política que pierda su naturaleza "outsider". "Seguir siendo sexis a la vez que parlamentarios tiene sus complicaciones", resumió.

A lo que sumó la necesidad de ir desarrollando un programa "creíble" de posiciones socialdemócratas, que son las únicas que se pueden defender hoy "en un Estado del sur de Europa".

Los informes presentados ayer ante el Consejo Ciudadano por las secretarías de Política, Análisis y Programa y Organización apuntan a que la gestión parlamentaria en la pasada legislatura y las fallidas negociaciones para la investidura les pasaron "factura" y fueron un factor fundamental para la desmovilización.

De hecho, el estudio demoscópico presentado por la secretaria de Análisis, Carolina Bescansa, no señala una causa principal pero sí tres factores determinantes: la desmovilización, más acusada en los votantes de IU que en los propios, la actuación durante los seis meses posteriores al 20-D y la "campaña del miedo", que favoreció al PP.