Una hora y dieciocho minutos empleó ayer el presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, en desgranar un discurso de investidura lastrado, a juicio de la oposición y de sus socios de Ciudadanos, por la falta de brío de quien sabe que, salvo sorpresa, le espera la derrota al final del camino. Rajoy, que en ningún momento se dirigió al PSOE para pedirle las abstenciones que precisa para ser elegido, se presentó como la "única opción viable" para una España que, dijo, se encuentra "en una situación excepcional" y "vive una de las coyunturas más difíciles de los últimos cuarenta años".

El candidato hizo "corresponsables" a los partidos representados en el hemiciclo del desenlace de la sesión de investidura y de la posibilidad de que haya que celebrar unas terceras elecciones que, en función de la fecha que el propio líder popular ha escogido para esta sesión de investidura, se celebrarían el día de Navidad.

Rajoy acude al Congreso con la garantía de 170 apoyos (137 del PP, 32 de Ciudadanos y 1 de Coalición Canaria). Para ser elegido hoy en primera votación, requeriría 176 respaldos, mientras que para lograrlo pasado mañana, viernes, necesitaría que el número de noes sea como máximo de 169, lo que exigiría al menos once abstenciones.

El líder popular estructuró su discurso en cuatro grandes apartados. Primero, una introducción en la que enfatizó la necesidad de formar un Gobierno tras ocho meses de Ejecutivo en funciones. Después, un capítulo programático en el que desgranó el rosario de medidas que albergan los pactos alcanzados con Ciudadanos y Coalición Canaria.

Más tarde, un epílogo a ese capítulo en el que, durante un cuarto de hora y al hilo de la oferta de un pacto sobre la unidad de España, se extendió sobre la soberanía nacional y arremetió contra los desafíos soberanistas con una insistencia tal que ha provocado el enfado del PNV. Por último, una llamada general -sin citar a fuerza política alguna- para que le sean concedidos los apoyos que necesita para salir investido.

Rajoy estimó que hay un "clamor popular" que exige la formación de un Gobierno tras la "anomalía democrática" que representan los más de ocho meses de Ejecutivo en funciones. Además, añadió, España necesita con urgencia un Ejecutivo para que no se nuble su "horizonte de prosperidad". De modo que, dados los resultados de las elecciones del pasado 26 de junio, es al PP al que corresponde formar ese gabinete, que, por otra parte, aseguró, constituye "la única propuesta razonable en las actuales circunstancias". La alternativa aritméticamente posible a ese Gobierno -que definió como moderado, eficaz, estable, tranquilizador y exento de incertidumbres e hipotecas- sería, aventuró, "un pacto de mil colores, radical e ineficaz" que, para colmo de males, incluiría a fuerzas independentistas.

Tras ese planteamiento inicial, en el que no faltaron las repetidas loas a la labor desarrollada por el Ejecutivo del PP desde 2011, Rajoy acometió una exposición de su programa de Gobierno -basado en su pacto con Ciudadanos- que se caracterizó por la voluntad manifiesta de no entrar en detalles. Con el empleo (20 millones de personas dadas de alta en la seguridad social en 2020 ) como objetivo y el crecimiento como instrumento, el candidato cumplió el trámite de exponer sus previsiones de políticas sectoriales.

En ellas destacaron -además de la promesa de rebajar dos puntos el IRPF cuando se haya cumplido el objetivo de situar el déficit púbico por debajo del 3% del PIB- siete grandes pactos de Estado. Pactos en educación, pensiones, empleo, energía, igualdad de los españoles a la hora de acceder a los servicios públicos, lucha contra la violencia de género y defensa de la unidad de España.

Al hablar de la igualdad en la prestación de servicios públicos, Rajoy ofreció a todos, "singularmente" al PSOE, que gobierna, dijo, al igual que el PP, en muchas comunidades, consensuar la reforma de la financiación autonómica para conseguir un modelo que "preserve la igualdad y la solidaridad".

Antes de abordar la defensa de la unidad de España, Rajoy aludió, muy sucintamente, a la necesidad de fortalecer las instituciones, apartado en el que incluyó algunas de las condiciones que le había planteado Ciudadanos como requisito previo para negociar el pacto de investidura. Eliminación de indultos por corrupción, regulación de los lobis, transparencia y reformas institucionales fueron los hitos de este paseo relámpago sobre los asuntos conectados con la corrupción.

Rajoy se extendió con largueza a la hora de denunciar "el desafío que, paradójica y abusivamente" plantean las instituciones de Cataluña con unos planes secesionistas que buscan "liquidar la soberanía popular y el respeto a la Ley".

El candidato calificó los pasos dados por el Parlamento y el Gobierno de Cataluña como "el reto más grave que tiene planteado España en estos momentos". Un desafío que, en su opinión, constituye "una amenaza explícita contra la unidad territorial" que no se puede atribuir a los catalanes en su conjunto y que, de tener éxito, provocaría "una enorme fractura en la sociedad catalana" ya que, destacó Rajoy, Cataluña es "mucho más que los políticos independentistas".

Al hilo de este asunto, el presidente del Gobierno en funciones se mostró opuesto a una reforma constitucional como medio de buscar un mejor encaje de Cataluña en España, aunque se mostró abierto a estudiar fórmulas para acomodar mejor la necesaria solidaridad interregional.

El tramo final del discurso de investidura fue un llamamiento en busca de los apoyos que a Rajoy le siguen faltando. Sin apelar a los socialistas, pero recabando el concurso de todos los "constitucionalistas", Rajoy volvió a enumerar los pactos que ha forjado para admitir que "no basta con esos acuerdos para lograr una mayoría suficiente".

Fue ahí cuando aseguró que España vive una de las coyunturas más difíciles de la democracia, aseguró que si no se logra un acuerdo será por falta de voluntad y sostuvo que la responsabilidad de formar Gobierno es compartida. "Todos deseamos que no haya unas nuevas elecciones", aseguró, para a continuación preguntarse: "O ¿es que alguien aquí está pensando en convocar de nuevo a los españoles las urnas? ¿y cuántas veces?". Como colofón una de las frases marca de la casa: "Debe haber una oposición y para ello debe haber un Gobierno, o no podrá haber ni Gobierno ni oposición".